domingo, 15 de junio de 2014

Nunca confesar una infidelidad

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El consejo es nunca confesar una infidelidad a tu pareja. Hay que basarse en el viejo refrán que dice que ojos que no ven, corazón que no siente. Salvo que tu objetivo sea romper la relación con dicha pareja, claro, porque es lo más probable que suceda. O que tal relación se convierta en un infierno. 

Incluso aunque tu pareja descubra pruebas contundentes de que le has puesto los cuernos, no reconocerlo jamás. Hay que negarlo todo. En realidad el cornudo no quiere saberlo. Desea que se lo niegues. Pero que lo hagas con cierta consistencia, claro, no de una forma burda, como si le tomaras por tonto.

Por ejemplo, si eres un hombre y tu esposa te pilla unas bragas de tu amante en el bosillo de la chaqueta, tienes que mostrar gran sorpresa y rápidamente explicar que debe ser una broma de un compañero de trabajo que gusta de gastarlas así. Has de esforzarte en ser convincente.

La infidelidad suele ser un producto del desgaste que produce la convivencia en la pareja y de la ocasión para ello. Los hombres son infieles porque les gusta la variedad y tener más sexo. Las mujeres se mueven por dos motivos principales: o por sentirse deseadas o por que les atrae un hombre tanto que no pueden evitar tener una aventura con él.

Pudiera darse el caso de que tuvieras sentimiento de culpabilidad por haber tenido una aventura y estuvieras tentado de confesar. Error. Sólo conseguirás causar más mal que bien. Nunca se sabe como va a reaccionar la otra persona al saber que le has sido infiel y generalmente no será buena. Lo más fácil es que para empezar se lleve un disgusto.

Hay infidelidades que sirven incluso para hacer más llevadero un matrimonio. Permiten realizar alguna fantasía y evadirse de la rutina de la convivencia. Pero la clave es que el otro no sepa nada. Claro que si eres infiel tampoco debes tú tratar de investigar si tu pareja también lo es. Porque mientras no lo sepas, todo va bien. Si descubres que tú también eres un cornudo, aunque tú seas infiel, igual no te gusta tampoco.


Naturalmente estamos hablando de aventuras extraconyugales que no pretenden romper el matrimonio para irse con el amante. Por ejemplo, la típica aventura amorosa entre un hombre y una mujer, ambos casados con otras personas, que no piensan romper sus respectivos matrimonios.

Hay mucha gente que sería infiel pero no tiene oportunidad. O bien porque no despierta simpatías suficientes para que alguien quiera tener una aventura con él o porque el tipo de horarios de trabajo y obligaciones familiares se lo impide.

Y no estamos hablando tampoco de las habituales visitas a prostitutas de los hombres casados, algo bastante habitual. De hecho los casados son los principales clientes de las meretrices. Ya se da por descontado que eso ellos jamás lo contarán a sus esposas. Estamos hablando de aventuras amorosas con no profesionales.


Infidelidad femenina: bueno para todos

Lo típico antiguamente era que los hombres tenían relaciones extraconyugales con prostitutas y las mujeres solían mantenerse bastante fieles al matrimonio. Pero con los tiempos modernos cada vez más mujeres casadas tienen aventuras extraconyugales.

Las estadísticas dicen que las féminas infieles tienen una edad entre los 35 y los 50 años, viven en ciudades grandes y son de clase media y clase alta. Generalmente trabajan en buenos empleos y tienen ciertos estudios medios pero sobre todo universitarios.

Sentirse cortejadas y deseadas las hace revivir sus fantasías juveniles sobre el amor. La convivencia con su pareja las ha llevado a una rutina que no encuentran estimulante. Ya se sabe que la mujer habla unas siete veces más que el hombre y gusta de expresar sus emociones. El marido acaba por no participar ya en escuchar sus inquietudes.

Pero un amante sí que escuchará. Es nuevo, no está desgastado por el rollo de ella y quiere mojar el churro, así que aguanta las disertaciones de la fémina. Ella se siente escuchada y comprendida y eso aumenta su dicha y autoestima. La vida matrimonial mejora ya que ella le dará menos la lata al marido porque ya se ha desfogado con el amante. Todos salen ganando mientras el asunto se mantenga en secreto por parte de todos.

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