miércoles, 9 de julio de 2014

Zorrear copas: mamading

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El zorrear copas es algo que está de moda en 2014. O al menos se habla de ello, como el famoso "mamading". Consiste en que chicas consiguen invitaciones gratis a cambio de algunos favores eróticos. Es todo un fenómeno sociológico.

Saltó a los medios en el verano de 2014 cuando se comenzó a publicar que en algunos lugares de diversión de Baleares (España) había chicas que se dedicaban a arrodillarse delante de las braguetas de los tíos y dar algunas chupadas.

Da la impresión de que puede tratarse de locales que contratan a prostitutas profesionales para animar el cotarro y atraer a la clientela masculina incitándola a beber más. Al estilo de la barras americanas donde las féminas son invitadas a copas mientras muestran sus encantos y se dejan acariciar un poco por los clientes.

Aunque comienzan a abundar los casos de chicas que beben más de la cuenta y a cambio de bebida gratis o premios se lanzan a por las braguetas de los chicos de forma casi enloquecida. Hay concursos que consisten en que aquella que dé más lamidas a diferentes tíos en un determinado tiempo, gana el premio. Dada la promiscuidad sin protección, es peligroso, como veremos más adelante. 

Han sido muchas las voces que han salido a criticar esas conductas porque consideran que dan mala imagen al turismo o porque estiman que es vejatorio para la mujer el que ande arrodillada delante de las braguetas a cambio de algún beneficio. 



Las que zorrean lo hacen voluntariamente, unas por seguir bebiendo gratis y otras quizás porque les gusta y aprovechan la desinhibición que provoca la bebida y el ambiente para despacharse a gusto.

La boca es protagonista:

No cabe duda de que la boca es la gran protagonista de esas fiestas nocturnas con zorreo. Subir fotos de bocazas a Internet empieza a ponerse de moda. Publicitan sus habilidades y consiguen seguidores.



Aprovechando la ocasión:

No ha faltado quien aprovechando la ocasión ha lanzado algún concurso a lo grande como indica el cartel que pongo a continuación. Una discoteca de Barcelona (España) lo anunció pero las autoridades intervinieron para que se retirara por considerarlo indecente:

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Peligros al acecho del zorrear:

Lo más inquietante es que se meten en la boca todos los rabos que les ofrecen a pelo, sin protección de ningún tipo. Tanto ellas como ellos incurren en altos riesgos de contagiarse de enfermedades venéreas o de otro tipo.

Es evidente que tal despropósito sólo puede suceder bajo los vapores etílicos. Ellas agarran unas melopeas de no te menees y se lanzan a por los rabos masculinos sin más meditaciones mientras ellos los ofrecen gustosamente a una boca que ya viene de chupar unos cuantos antes.

Siempre han existido las que se conocen como “levanta copas” o “levanta cenas” que sacan invitaciones a los “pagafantas” dejándoles creer que después de la comida y la bebida habrá premio, sin que después haya nada.

Las que zorrean ahora sacan invitaciones pero sí que dan algo a cambio, aunque se limite a alguna chupadita y dejarse tocar el trasero. Pero al final suelen acabar tumbadas por el alcohol. Y al peligro de contagios venéreos se suman otros inciertos, como quedar a merced de cualquier depredador. 







Y la cosa puede acabar así, con ellas durmiendo la mona pero también corren el peligro de ser pasadas por la piedra por uno o varios de los juerguistas nocturnos que se aprovechan de que la ocasión la pintan calva. Por ejemplo en la siguiente foto, donde el buitre barbudo se lleva a dos pescadas tumbadas en el suelo. 


Moda del mamading que da lugar a equívocos:

Veamos en el breve vídeo siguiente como con esta moda del zorrear se pueden producir equívocos. Un chico extranjero necesita agua para beber y va con una botella vacía a una casa para que se la llenen de agua. La vecina que abre la puerta no entiende su idioma pero por gestos él le hace ver lo que desea. A ella no se le ocurre que lo que él quiere es beber. Atentos que es corto:





1 comentario:

  1. Esto sólo significa que los tíos nos hemos hecho más exigentes.
    Los de mi generación les pagábamos la copa por un rato de conversación y una vaguísima promesa de una cita.
    La conversación resultaba aburrida y ya no querías una cita. Pero habías pagado.
    Ahora es a cala y a prueba, como los melones.

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