He incluído en la categoría de "ligar" el caso de la pareja fogosa denunciada por ruidosa que sucedió en Padua,
Italia. Los vecinos circundantes a donde vivía dicha pareja presentaron una
denuncia porque todas las noches ella se pasaba una hora dando gritos
orgásmicos.
O sea, que todas las noches trajinaban con ahínco y ella era de las
multiorgásmicas escandalosas. Él le daba caña, ella gritaba y los vecinos no
podían dormir. O se morían de envidia oyendo la fiesta que aquellos dos se
montaban todas las noches.
Al final se vió la denuncia ante un tribunal en Abril de 2014 y asombrosamente
fue condenado el hombre a seis meses de prisión por alterar la tranquilidad
nocturna. Es sorprendente que es la chica la que grita pero le castigan a él.
Parece ser que los jueces estiman que es él quien provoca en ella tales
espasmos y alaridos. El condenado dijo estar perplejo al ver que le condenan
por ser un buen fornicador.
Alegó durante el juicio que él trataba de que ella no fuera tan efusiva
en sus clímax, que a veces hasta le metía las bragas en la boca, pero que ella
no podía remediarlo.
Los vecinos adujeron que no sólo eran los gritos, sino las guarradas que
ella decía mientras el otro se la estaba trajinando. Le animaba diciendo
cochinadas eróticas de todo tipo.
Todo parece indicar que la mayoría de quejas procedieron de las vecinas y
no de los maridos de éstas, que no les importaba tanto el escuchar el berrear
de la cachonda. Alguno incluso dijo a la prensa que era su alegría del día.
Otro vecino masculino dijo a un periodista que él lo que estaba harto
era de aguantar los ronquidos de su mujer, de la vecina de abajo y del vecino
de arriba y que nadie le solucionaba el problema. Y que si no podía dormir
prefería escuchar a la hembra fogosa desmelenándose, que era bastante más
estimulante.
Quizás las vecinas se percataban de que sus maridos eran todo orejas y
sus ojos se llenaban de lascivia mientras se producía el concierto de gritos de
éxtasis de la chica fogosa.
Las mujeres multiorgásmicas suelen expresar sus emociones de forma muy
ruidosa. No pueden controlarse ante la avalancha de espasmos que les vienen,
uno detrás de otro, mientras están dándole al ñaka-ñaka. Y suelen ser odiadas
por las mujeres que son más normales, por así decirlo.
Quizás todas las mujeres podrían ser así con el amante adecuado. Limitación física no existe para ello. Se ha comprobado con las féminas que padecen extrañas anormalidades como tener clímax casi continuos, varios cada hora, sin tener relaciones ni nada.
Es algo que se ha tratado en ocasiones en este blog. Por ejemplo, en el artículo titulado Diferencia entre mujer multiorgásmica y ninfomana se aborda el tema en base a un caso de una fémina que no puede controlar sus clímax casi permanentes incluso cuando está trabajando.
La diferencia con el hombre es notable ya que éste requiere de un tiempo de recuperación después de un asalto y antes de poder emprender el siguiente. Dependerá de su nivel de excitación, que suele ser más alto cuando está con una que sea ligue ocasional y esté de buen ver, como por ejemplo la de la foto anterior. De todos modos, su capacidad va disminuyendo con la edad.
Lo más chocante para todos, ya digo, es la resolución del tribunal
condenando al amante, considerando que él es el causante del placer de ella y
por tanto responsable de sus gritos y palabrotas.
Quizás el tema esté en que el machote condenado haya sido encontrado responsable por ser el propietario de la vivienda donde se producían las coyundas con bramidos. Es la única explicación lógica: responsable de producir ruido nocturno es su propiedad por encima de los decibelios permitidos.
Lo que ahora todos se
preguntan es que sucederá cuando salga de prisión. Probablemente vendrá con más
ganas y ella estará como un muelle comprimido deseando liberarse.
Mientras tanto:
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