¿Son aceptables los mítines electorales?

El experimento, en USA, consistió en grabar durante un mitin político a uno de los asistentes sin que lo supiera y al mismo tiempo, a un mono que estaba en el mitin controlado en una jaula discretamente. Mientras el hombre escuchaba al mitinero con más o menos atención, el mono se reía. Y cuanto más énfasis ponía el político mitinero en lanzar sus arengas y esloganes, más se descojonaba el mono.

La foto del hombre fue tomada en el instante en que el político lanzaba a gritos los más tremendos mensajes apocalipticos de lo que sucedería si él no salía elegido y en ese mismo momento, el mono alcanzó su máximo de descojone como se ve en la foto.

Debemos preguntarnos si a éstas alturas de los tiempos, los mítines políticos, que tanto proliferan sobre todo en épocas electorales, son actos que realmente tengan algún sentido y sobre todo, si son estéticos. Porque ver a un aspirante a jefe de manada gritar esloganes a una masa de fanáticos parece una escena de tiempos tribales.

Sin contar con los gastos que ello conlleva, con despliegues de luz y decorados cada vez más suntuosos, que al final siempre paga el contribuyente. Harían bien los partidos en replantearse sus procedimientos de captación de votos. A lo mejor, con menos fanfarria y más honradez, les votaba más gente. Dudamos de que el político que actuaba en ese mitin consiguiera el voto del mono.

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Lo que quiere el sabio, lo busca en sí mismo. El vulgo lo busca en los demás. (Confucio)