En una investigación sociológica realizada por NET en Estados Unidos llegó a la
conclusión que los más inteligentes se acuestan tarde. Parece que ya desde la
infancia se produce el fenómeno de que los que están dotados de más capacidad
intelectual tienden a trasnochar.
Es como si el cerebro de la gente más inteligente se negara a apagarse,
quisiera seguir en actividad y rehusara acostarse para dormir. Esto no quiere
decir que todos los que trasnochan sean inteligentes. Los vicios tiran mucho y
suelen practicarse más en horas nocturnas. Lo que quiere decir es que casi
todos los más dotados de mente tienden a trasnochar.
Durante la evolución el ser humano siguió prácticamente el horario solar
para su ritmo vital. Acostarse al anochecer y despertarse al amanecer. La visión
del hombre es diurna, no está especialmente adaptada para ver de noche. Andar
por ahí en la oscuridad era un grave peligro de ser cazado por los animales
depredadores nocturnos o caer despeñado por algún barranco o pozo.
Los animales están geneticamente predispuestos para ser diurnos o
nocturnos. El ser humano no. Es básicamente diurno pero puede elegir ser
nocturno. El invento del fuego le permitió alargar algo las jornadas pero
durante miles de años fue básicamente un ser de luz del sol.
Las noches de luna llena y cielo despejado, en que hay bastante claridad, las tribus podrían prolongar algo el retirarse a dormir. Aprovechaban esa luminosidad para reuniones especiales o ejecución de ritos mágicos de adoración lunar.
Los antropólogos no han encontrado restos ni pruebas que indiquen que
alguna tribu u organización ancestral humana realizara actividades nocturnas importantes.
Ni en sus lenguas se aprecian referencias a cosas nocturnas salvo cuando hablan
de la luna como deidad.
Pero con la mejora de la iluminación artificial, sobre todo con la
eléctrica en los tiempos modernos, el humano ya pudo alterar el ciclo
cicardiano natural de acostarse al anochecer. Incluso muchos trabajos se
realizan por la noche. Las ciudades están iluminadas casi como si fuera de día.
Llega la iluminación moderna
Así que la persona que sienta necesidad de acostarse más tarde no suele
tener problema mayor en hacerlo desde el punto de vista de su seguridad. No
corre peligro de ser devorado por un oso cavernario si está delante de su
ordenador a la una de la madrugada, por ejemplo. O si está en una discoteca tomando cerveza y ligando.
Así se ha detectado el fenómeno de que los más inteligentes se resisten
a acostarse temprano, al margen de que eso sea bueno o malo en sí. La mente de
las personas más dotadas es más inquieta y se resiste a ir a dormir.
Puede no ser bueno desde un punto de vista de la salud, ya que
trasnochar puede provocar desordenes emocionales, por ejemplo, o alteración del
ciclo cicardiano propio del ser humano diurno, pero ellos no pueden evitarlo. Para
la mente inquieta dormir no es un placer ni algo deseado.
Quizás con Internet es cuando más se ha podido observar el fenómeno. La
red ofrece muchas oportunidades de ejercitar la mente y también de perder el
tiempo, desde luego. Las mentes más inquietas tienen una poderosa herramienta
para mantener sus neuronas activas. Sólo la auto disciplina de saber que hay
que ir a dormir impide que muchos se pasen la noche en vela. Internet es
enemiga del sueño, porque ella no descansa nunca.
1 comentarios :
Bueno, hoy día no se corre el peligro de ser devorado por un oso cavernario, pero sí de que te abduzcan el cerebro si te pones delante de un televisor. Y eso es peor, porque las consecuencias las pagamos también los que no nos exponemos.
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