PULITZER: LA PRENSA AMARILLA

Pulitzer fue uno de los fundadores de la prensa amarilla. Emigrante húngaro a EEUU, demostró mucha habilidad como periodista y después de trabajar en varias redacciones y licenciarse en Derecho, compró periódicos locales hasta formar un emporio de prensa. Obtuvo notoriedad haciendo denuncias de corrupción hasta que entró en rivalidad con otro magnate de la prensa, Hearst.
 

Pulitzer publicaba unas tiras cómicas de mucho éxito llamadas Yellow Kid (Chico Amarillo, porque el protagonista usaba una camiseta de dicho color). Hearst mejoró el contrato del autor de las tiras y se lo quitó a Pulitzer, el cual contrató a otro dibujante y siguió publicándolas. Es decir, había dos Yellow Kid simultáneos. El de Pulitzer y el de Hearst. En su competencia por vender periódicos, ambos magnates llegaron a exagerar asuntos e incluso inventarse noticias convirtiéndose en sensacionalistas.

Una de las consecuencias de éste tipo de periodismo, a partir de entonces conocido como “prensa amarilla”, fue el que se desencadenase la guerra de EEUU contra España, al poner ambos magnates a la población norteamericana en contra de los españoles y presionando al presidente de EEUU a intervenir contra España a raíz del hundimiento del acorazado Maine en La Habana, hecho muy conocido y del que ya hemos hablado en otro post de éste blog: el buque se hundió por un incendio en su interior que alcanzó la santabárbara de explosivos.

Hearts acusó a España de haber usado un ingenio marino para hundirle. Curiosamente, mientras el buque estallaba, el Gobernador de Cuba estaba dando una fiesta a los oficiales del Maine. También es cierto que la prensa española no ayudó precisamente a calmar las aguas, lanzándo invectivas contra los EEUU, entrando en el juego de Pulitzer y Hearst y recalentando el ámbiente.

Pulitzer dejó parte de su fortuna a la Universidad de Columbia para fundar una escuela de periodismo y después, dicha escuela estableció el galardón que lleva el nombre de su benefactor y que se ha hecho tan conocido.

El acorazado Maine fue reflotado e investigado después de haberse hundido. Las planchas de acero estaban abiertas hacia el exterior por lo que se deduce que la explosión fue interna y no causada por un torpedo o una mina española. Además, si tenemos en cuenta que en el momento del suceso, los oficiales del buque estaban en una fiesta invitados por las autoridades españolas, es más que dudoso que dada la mentalidad de la época, aprovecharan para cometer una acción hostil contra el buque norteamericano. Aparte de ser absurdo por cuanto no había nada que ganar con ello. España necesitaba el apoyo o la neutralidad de EE.UU. en Cuba, no su hostilidad.

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FRASE CELEBRE DE PROPINA:

Cada uno es como Dios lo hizo y muchas veces, aún peor. (Cervantes)