Una pregunta que se suscita a veces es si la vagancia tiene límites. Si uno es vago, volverse más vago puede ser difícil a partir de cierto momento. Hay quien considera que la vagancia es fuente de progreso. Según eso, los vagos son los que hacen progresar la civilización. Ello es debido a que como gustan poco de esforzarse, piensan mucho como hacer las cosas que no les queda más remedio que ejecutar. Por tanto, perfeccionan los métodos para realizar las tareas con el menor trabajo posible.
Al auténtico vago no sólo no le gusta trabajar sino que ver trabajar a otros les produce urticaria. Por ello el auténtico vago, aunque no tenga que hacerlo él, discurre métodos de facilitar los trabajos para que otras personas tengan que esforzarse menos. Al menos los auténticos vagos con empatía hacia los demás, los que se ponen en lugar de otros.
En la antigüedad, los reyes y emperadores no eran auténticos vagos o no tenían empatía hacia las otras personas. Por ello recurrían a hacer grandes obras monumentales a base del esfuerzos titánico de miles de sus súbditos que movían tierras o trasladaban grandes bloques de piedra. No les molestaba presenciar tales esfuerzos de titanes.
Fue quizás en los barcos donde la vagancia antes más usó su ingenio. Las velas impulsadas por el viento eliminaron la necesidad de remeros en los buques. En la época moderna la vagancia se fue abriendo camino y se inventaron las máquinas de vapor y comenzó la revolución industrial. Por eso, esperemos que la vagancia no tenga límite y se sigan haciendo descubrimientos tecnológicos que permitan facilitar cada vez más la vida de la gente.
Al auténtico vago no sólo no le gusta trabajar sino que ver trabajar a otros les produce urticaria. Por ello el auténtico vago, aunque no tenga que hacerlo él, discurre métodos de facilitar los trabajos para que otras personas tengan que esforzarse menos. Al menos los auténticos vagos con empatía hacia los demás, los que se ponen en lugar de otros.
En la antigüedad, los reyes y emperadores no eran auténticos vagos o no tenían empatía hacia las otras personas. Por ello recurrían a hacer grandes obras monumentales a base del esfuerzos titánico de miles de sus súbditos que movían tierras o trasladaban grandes bloques de piedra. No les molestaba presenciar tales esfuerzos de titanes.
Fue quizás en los barcos donde la vagancia antes más usó su ingenio. Las velas impulsadas por el viento eliminaron la necesidad de remeros en los buques. En la época moderna la vagancia se fue abriendo camino y se inventaron las máquinas de vapor y comenzó la revolución industrial. Por eso, esperemos que la vagancia no tenga límite y se sigan haciendo descubrimientos tecnológicos que permitan facilitar cada vez más la vida de la gente.
Mientras tanto:
Hay gente que no es vaga y vive a tope. Y cuando tiene vacaciones ya ni te cuento. Como el de la imagen anterior. Hay quien puede pensar que es una postura de vagancia pero nada de eso. Es algo frenético. A navegar por Internet a toda pastilla, sin tener que preocuparte de la hora que es porque no tienes que levantarte al día siguiente cuando suena el despertador. Pones un tuit aquí, dejas un comentario en un blog allí, ves un vídeo, unas titis en página guarra, vuelves a poner otro tuit, visitas feisbú, yeahhh. Es algo tan vertiginoso que cuando te quieres dar cuenta, ya han pasado las vacaciones.
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