Prueba de amistad: pedir dinero

Someter a un amigo a una prueba de amistad es pedirle dinero. En realidad es una prueba que no debe hacerse. La pasta enturbia las relaciones y sobre todo cuando las cantidades solicitadas suponen un esfuerzo para el que ha de prestarlas. Si tu amigo es Bill Gates, pedirle un millón de euros no es mucho. Pero si a tu amigo le pides lo equivalente a su sueldo del mes o de varios meses, sin duda lo someterás a un fuerte estrés. 

Si la cantidad es prestada y no entregada a fondo perdido, lo más fácil es que la relación de amistad salte por los aires a la hora de cobrar. Como normalmente no se somete a un compi a esa tensión de que te suelte guita, cuando se recurre a tal cosa es que la situación es desesperada y lo más fácil es que no se pueda devolver. Como dice el refrán, lo mejor es no fiar para evitar enemigos.

Lo cierto es que hay varios grados de amistad. Hay personas con las que uno puede contar para ciertos favores. Por ejemplo, necesitas mover unos muebles pesados y recurres a un compinche que sabes que te ayudará. Pero no es lo mismo que puedas pedir a uno que te ayude a mover el sofá a que puedas pedirle que te ayude a tirar de la pata del socio que te has cargado porque te estaba estafando. Arrastrar el sofá es nivel normal y arrastrar un cadáver es nivel top. Lo mismo puede suceder con la pasta. Que uno te preste dinero para echar gasolina al coche es nivel normal pero que te preste para reponer en la empresa el dinero que has desfalcado jugando en el casino es nivel top. 

Los cínicos opinan que el dinero es el mejor amigo y que nunca te traiciona. La verdad es que la mayoría de la gente prefiere a la pasta con aduladores que a los amigos, aunque quede mejor decir lo contrario.