Por mucho que algunas teorías mantengan lo contrario, la
intuición es irracional. Ha sido sobre valorada por algunos autores en los últimos tiempos. Si nos guiáramos intuitivamente pensaríamos que la
tierra es plana y que gira alrededor del Sol. Precisamente eso era lo que
creían en la antigüedad durante miles y miles de años. Hicieron falta
observadores muy inteligentes para darse cuenta de que el planeta era redondo y
de que el Sol era el centro de nuestro sistema.
Pensemos en la gravedad que nos mantiene sobre el suelo sin precipitarnos al vacío del espacio. La intuición hizo que durante miles de años se pensara que no podían existir los antípodas ya que vivirían cabeza abajo y se caerían. Es el pensamiento científico y el acumular conocimientos lo
que permite averiguar la realidad y tomar decisiones acertadas. Si uno se guía por corazonadas cometerá
muchos errores. Si acierta es por churro.
La tecnología actual ha demostrado en numerosas ocasiones
que lo intuitivo es falso, que es incluso contrario a lo que es correcto. Pero
mantener que la intuición no es irracional tiene mucha acogida entre mucha
gente que no gusta de molestarse en informarse sobre la cuestión que se trae
entre manos.
Estamos hartos de ver a políticos que faltos de
conocimientos, toman decisiones intuitivamente provocando grandes desastres
económicos. Precisamente la Economía no es tan intuitiva como muchos piensan.
En cada acto económico intervienen muchas variables y cuando se incide por via
política en una de ellas, se pueden provocar reacciones no esperadas en las
otras. Es habitual ver políticos que piensan que subir impuestos permite
recaudar más cuando en realidad lo que provoca es más economía sumergida y
estancamiento de la actividad: a partir de cierta presión fiscal para cada
estructura económica de cada país, se recauda menos. Se podrían poner muchos
más ejemplos en este campo.
Lo mismo sucede en el campo de la energía. Políticos
indocumentados se dejan llevar por cantos de sirenas y promueven ciertos tipos
de energía que no son adecuados para generar altas potencias. No saben apenas
nada de Termodinámica y fían a su intuición cual ha de ser el modelo energético
de un país.
Lo que si ocurre es que suelen ser tantas las variables a
considerar antes de tomar cualquier decisión que el cerebro, perezoso, nos
impulsa a desechar muchas de ellas y a decidir entre dos o tres opciones,
generalmente las más ramplonas y simples. Decidimos intuitivamente y por eso
nos solemos equivocar frecuentemente.
Naturalmente, hemos oído hablar de cómo científicos o
inversores dicen en ocasiones “tuve la corazonada de que era tal cosa la que
debía hacer”. Pero no hay que olvidar que esa “corazonada” les viene a flote
sobre una sustanciosa base de conocimiento. No es realmente una corazonada al
azar sino que su cerebro ha procesado miles de datos que conoce y les dicta el
camino más correcto a seguir como si fuera de un manera “intuitiva” pero que no
lo es en absoluto.
Cuanto menos conocimientos tiene una persona, más se tiene
que guiar por intuiciones. Y cuanto más necio es uno, más listo se cree.
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