Virus en tarjetas de crédito

Muchas tarjetas de crédito son atacadas por el virus debola. Sobre todo, las que están en poder de las mujeres. Es debido a que sus propietarias se dejan llevar por las compras compulsivas. Una de las consecuencias de la compra compulsiva es la sorpresa cuando se ve como ha quedado la cuenta corriente después de una campaña de compra. Además, cajones, estanterías y armarios de las casas acaban llenas de cacharros de lo más variopintos.

Una de las distracciones de muchos urbanitas es ir de tiendas. Y aunque no vaya de tiendas, las aceras están llenas de escaparates con miles de productos gritando que te los lleves. Por no hablar de la publicidad televisiva que machaca sin parar. Y con las tarjetas de plastico en el bolsillo, uno puede desenfundar rápido y disparar sin tocar los billetes de dinero. Pierde hasta la noción de que puede estar pagando una burrada por una chorrada.

Otra derivada del consumismo desaforado es que muchos productos apetitosos son fabricados en el exterior. Móviles, tablets, zapatos, gafas de sol, moda, etc, por no hablar del petróleo para alimentar los coches, son producidos en el extranjero y ello conlleva que el país tenga un déficit comercial fatal que ha de ser financiado con endeudamiento. Al final es todo el país el que está afectado por el virus debola.



También es cierto que la sociedad de consumo, donde se ofrecen a la venta millones de productos variados, permite que la vida se haga más fácil y placentera. Aparte, genera puestos de trabajo y la economía se mueve. Los problemas vienen de los desequilibrios entre países. Los hay que exportan más de lo que consumen y viceversa, los hay que importan más de lo que producen y venden, entrando en un déficit exterior cuasi permanente que ha de ser financiado vía endeudamiento externo.