El asesinato del capo
mafioso Galante fue llevado a cabo en 1979 por tres pistoleros enviados por el
resto de familias mafiosas que estaban hartos del comportamiento de Galante. La
historia del ascenso y caída de Galante es propia de un guión de cine negro. Se
había impuesto como jefe de la mafia al resto de familias de la mafia y había
acumulado una fortuna millonaria. La confianza que tenía en su posición le
perdió.
Millonario con la heroína:
Galante se hizo millonario
con la heroína, algo que no gustaba al resto de familias mafiosas que
consideraban ese terreno como peligroso. El FBI consideró que Galante obtuvo
beneficios anuales de más de trescientos millones de dólares, algo que pocas
empresas norteamericanas podían superar en los años 1970.
El traslado de la heroína:
El metodo de Galante era básicamente
simple. Sus hombres estaban infiltrados entre los trabajadores de carga y
descarga de equipajes de los aeropuertos de Roma y de Nueva York. La droga
procedente de Sicilia llegaba a Roma. Cada día, los hombres de Galante metían
dos maletas con 20 kilos de heroína cada una en un avión rumbo a Nueva York. Las
maletas no pasaban por los controles habituales de carga, sino que los trabajadores
mafiosos las introducían directamente en la bodega del avión.
En Nueva York, los mafiosos
introducidos en los trabajos de descarga, sabían como eran las maletas de la
droga y las hacían desaparecer sin que siguieran la ruta normal de los
equipajes.
Cada día del año, como después
pudo averiguar el FBI, entraban cuarenta kilos de heroína por el aeropuerto de
Nueva York con destino a Galante.
Comprobación de la pureza de
la droga:
Cuando Galante tenía dudas
de la pureza de la droga no se andaba por las ramas. Sus hombres secuestraban a
un vagabundo de la calle y le daban una sobredosis. Si moría, es que la droga
era pura, no estaba cortada.
Distribución de la droga:
Las redes de distribución de
droga en EE.UU. acudían a Galante para suministrarse. Éste cortaba la heroína
pura añadiéndole un 30% de quinina para sacarle más provecho.
Invadió el terreno de los
Gambino en las pizzerías.
Pero la codicia de Galante
le llevó a querer disponer de su propia red de distribución y pensó en usar las
pizzerías controladas por la familia Gambino. Dicha familia mafiosa mantenía el
monopolio de distribución de productos a cientos de pizzerías norteamericanas:
la harina, las aceitunas, el queso, el orégano, etc, debían comprarlo a los Gambino.
Pero los Gambino le dijeron
a Galante que sus pizzerías no se involucrarían en la venta clandestina de heroína.
Así que Galante ideó un plan. Comenzó a construir pizzerías al lado de las
existentes de los Gambino. Cuando una pizzería de Galante estaba lista para ser
abierta, la de los Gambino que estaba en la zona era incendiada por la noche.
Las pizzerías de Galante expendidotas
encubiertas de droga se fueron extendiendo pero los Gambino tomaban nota aunque
temían de momento enfrentarse directamente al jefe mafioso.
Galante forma su guardia
personal:
Para protegerse de los jefes
mafiosos y otros enemigos contrató asesinos sicilianos traídos de la mismo zona
de Sicilia de donde era oriundo Galante. Estos comenzaron a encargarse de
repartir la heroína en las pizzerías del mafioso. Consideraba que eran más
duros y crueles que los gangster norteamericanos. Estos asesinos no tenían
escrúpulos en matar policías, jueces, mujeres o niños, al contrario que los
gangster yanquis. Cumplían las órdenes de Galante por salvajes que fueran.
Las familias mafiosas
tradicionales que regían monopolios en el juego, prostitución, hoteles,
distribución de mercancías, etc, consideraban que había ciertos límites que no
debían traspasarse o las autoridades no serían tan condescendientes con sus
negocios.
No era lo mismo que un político
aceptase un soborno para encubrir una actividad de juego clandestino a que lo
aceptase para encubrir una actividad de distribución de heroína. Y no era lo
mismo matar a un mafioso descarriado que estorbaba que a un policía o a un
niño: la reacción de la prensa y de las autoridades no sería la misma. Pero
Galante no quería oir hablar de límites. De ahí que decidiera formar su propio
equipo de pistoleros sicilianos.
Estos asesinos eran
promocionados en la organización. Estaban entusiasmados y eran totalmente
fieles. Galante estaba muy seguro con ellos. Dejó de llevar pistola encima.
Pero los jefes mafiosos estaban hartos de Galante. Sobre todo la familia Gambino
que se alió con la familia Bonnano. Una alianza funesta para Galante.
El asesinato:
El 12 de Julio de 1979 el
chófer dejó a Galante ante un restaurante italiano que era de un primo suyo,
Cabani. Dos guardaespaldas le escoltaban. Se pusieron a comer y de repente tres
pistoleros aparecieron en escena y les acribillaron. El jefe mafioso cayó
muerto con un puro en la boca. Su primo Cabani y otro que estaba con ellos
también murieron.
Un coche estaba fuera del
restaurante esperando a los tres pistoleros. El coche arrancó y les sacó de
allí. Después, a unas manzanas, abandonaron el vehículo, que fue localizado por
la policía.
Los dos guardaespaldas, de
los asesinos sicilianos supuestamente fieles a rabiar, habían huído ante la
llegada de los tres pistoleros: según se supo posteriormente, habían
traicionado a su jefe Galante sobornados por los Gambino y Bonanno.
Galante había ido cosechando
enemigos entre los jefes mafiosos. Ingresaba muchos millones de dólares
practicando una agresiva red de reparto de heroína, algo que no gustaba en esos
círculos. Y se había constituído en capo de capos a base de dar miedo a las
otras familias mafiosas con sus asesinos sicilianos. Le consideraban un matón
callejero que había medrado a base de carecer de escrúpulos. Era demasiado
hasta para la mafia.
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