Una mujer fallecida en
Serbia quiso que su vagina pasara a ser inmortal aunque algo macabra. Y así se
lo dejó dicho a su esposo como último deseo. El marido así lo hizo y ordenó
grabar sobre una lápida la forma del potorro de su mujer. Ella se había tomado
unas fotos de su parte íntima para que sirvieran de modelo al tallador de
piedra que hiciera el trabajo.
El marido tuvo que buscar mucho entre los escultores de lápidas. Todos le respondían que les parecía algo así como un sacrilegio hasta que uno aceptó el encargo. Con un coste de unos tres mil euros, la tumba de la mujer quedó como ella deseaba. Dado el morbo que tal asunto despierta, va a ser muy visitada en el cementerio.
Lo que para algunos es un
deseo extravagante o un deseo último de exhibicionismo, para la mujer tenía una
justificación. Pensaba que dejando la huella de su potorro en la lápida
conseguiría que su marido no se fuera con otra mujer. O sea, da a entender que ella tenía una gran fe en el poder de atracción de su órgano sexual.
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1 comentarios :
Esto sí que te lo has inventado jajaj!!!!
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