El fabricante de preservativos Trojan ideó hacer publicidad directa con marketing erótico en plena calle. Con un carro parecido al que se emplea para venta ambulante de helados, cafés o perritos calientes, se regalaban vibradores a los transeúntes de las calles de Nueva York. El lema de la campaña era el de disfruta del momento y atrapa las vibraciones. Algo así no podía pasar desapercibido y montones de personas se acercaban a ver de que iba la cosa y si pillaba algo para llevarse a casa. Una gran cantidad de mujeres se arremolinaron finalmente alrededor del carrito.
La campaña tuvo más resonancia aún de la esperada debido a que cuando estaban en plena faena de reparto de vibradores y propaganda apareció un representante del Ayuntamiento que les dijo a los publicistas que la aglomeración de gente que se estaba produciendo entorpecía el libre tránsito de personas y vehículos y que la empresa anunciante no tenía autorización para ello.
La campaña tuvo más resonancia aún de la esperada debido a que cuando estaban en plena faena de reparto de vibradores y propaganda apareció un representante del Ayuntamiento que les dijo a los publicistas que la aglomeración de gente que se estaba produciendo entorpecía el libre tránsito de personas y vehículos y que la empresa anunciante no tenía autorización para ello.
La campaña tuvo que suspenderse pero gracias a eso lo que saltó a los medios es que se prohibió y se convirtió en algo viral que circuló a toda pastilla por Internet. Medio mundo se ha enterado, o recordado, de que Trojan existe y que pretendía regalar vibradores en la calle. Hoy día conseguir que un anuncio publicitario de una empresa se convierta en algo viral, es lo máximo.
Aunque ya se diseñan muchas campañas buscando que puedan convertirse en virales, no es fácil conseguirlo. Lo bueno de la viralidad publicitaria es que salta de boca en boca y el coste económico es pequeño.
Aunque ya se diseñan muchas campañas buscando que puedan convertirse en virales, no es fácil conseguirlo. Lo bueno de la viralidad publicitaria es que salta de boca en boca y el coste económico es pequeño.
La publicidad a base de marketing directísimo regalando el producto a promocionar puede verse también en ésta foto adjunta. En vez de un folleto con una foto de la pizza te dejan directamente un buen trozo de ella.
Mientras Tanto:
Lávame, dice ella, anunciando un gel de baño
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