España comenzó su andadura democrática dotándose de un Gobierno Estatal y diecisiete Gobiernos autonómicos. La criatura creció, alimentada por todos los partido políticos y fue creciendo hasta convertirse en un monstruo con 18 cabezas y 18 estómagos. Cual si fuera la Hidra de la mitología griega, a la que podemos ver atacando a Hércules en la foto adjunta, el monstruo hispánico arroja su aliento venenoso, con eflujos de nacionalismos, radicalismos y caciquismos propios del siglo XIX.
Sobre el monstruo hispánico policéfalo cabalgan los 18 gobiernos, con todos sus miles de altos cargos y 30.000 coches oficiales, sus tres millones de funcionarios, sus docenas de Cajas de Ahorros (que mueven la mitad financiera del país aunque con el doble de oficinas que los Bancos) y sus múltiples televisiones públicas. Unas cabezas hablan en español, otras en vasco, otras en gallego, otras en catalán, otras en bable, otras en valenciano, otras en fabla, otras en panocho, otras en guanche,...
Lo único que tienen en común esas cabezas es buscar comida para sus respectivos estómagos, es decir, recaudar impuestos.
Sobre el monstruo hispánico policéfalo cabalgan los 18 gobiernos, con todos sus miles de altos cargos y 30.000 coches oficiales, sus tres millones de funcionarios, sus docenas de Cajas de Ahorros (que mueven la mitad financiera del país aunque con el doble de oficinas que los Bancos) y sus múltiples televisiones públicas. Unas cabezas hablan en español, otras en vasco, otras en gallego, otras en catalán, otras en bable, otras en valenciano, otras en fabla, otras en panocho, otras en guanche,...
Lo único que tienen en común esas cabezas es buscar comida para sus respectivos estómagos, es decir, recaudar impuestos.
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