MINISTRA ECONOMIA: "YO SOY MUY DE IZQUIERDAS"

En una entrevista concedida por la Ministra de Economía, Salgado, al diario El Público, ésta manifestaba  “yo soy muy de izquierdas”. Por si no bastara con que el Presidente de vez en cuando suelte que él “es rojo” o se ponga a cantar la Internacional con el puño en alto en alguna reunión con sindicatos o en algún mitin, la Ministra de Economía trata de emular o superar a su jefe. Cuando hemos hablado de esto con nuestro conocido suizo Helyr y le hemos preguntado sobre la posibilidad de que venga capital inversor a España después de tales declaraciones, se ha echado a reir.

Cuando España se ha convertido en un país totalmente endeudado, con una deuda privada demoledora y una deuda pública creciendo a toda velocidad, cuando necesita como agua de mayo captar dinero fresco y capital inversor para evitar el colapso del sistema, sale la Ministra asustando a todo posible gestor de grandes fondos de inversión que por algún despiste se estuviera planteando invertir aquí.

Porque la dura realidad es que en los círculos financieros internacionales se asocia a la izquierda con la inseguridad jurídica y se pone una banderita roja sobre el mapa marcando el país que hace alardes de izquierdismo como queriendo decir: ahí, ni un euro… a no ser que sea para dar un pelotazo, naturalmente, en connivencia con el gobierno de turno.

Que son de izquierdas ya se les supone, por eso son de un partido socialista, pero harían un gran favor al país si no lo repitieran tanto. Puede ser que se sientan bolivarianos, pero aquí no flotamos sobre el mar de petróleo en que flota el venezolano Chávez, que se permite dilapidar en demagogias y populismo lo que no está escrito. Aquí flotamos sobre un mar de deudas. Y no parece que a los consumidores españoles les entusiasme la idea de convertirse en unos parias como los cubanos o los coreanos del norte, cuyo mayor lujo es disponer de papel higiénico o compresas para las mujeres.

Y es que España es prodigiosa: se han construído milenta mil urbanizaciones de ocio dirigidas en gran parte a los europeos con posibles, se inauguran hoteles o paradores de lujo con los que se pretende captar turismo de calidad y los principales dirigentes del país, haciendo alardes de socialismo decimonónico, cuando no de comunismo o nacionalismo rancios. Por ésta vía, vendrán pateras, pero no yates. Y al final, muchos españoles tendrán que emigrar si desean procurarse una vida de clase media sin grandes sobresaltos.