Sobre el éxito y el fracaso
diré que hay dos grandes grupos que llaman la atención. Los que intentan tener
éxito y fracasan y los que tienen éxito sin proponerselo. El primer grupo es el
más numeroso. Si aplicamos la regla de Sturgeon, que dice que el noventa por
cierto de todo es una mierda, podríamos decir que el 90% de los que intentan
triunfar, fracasan.
Los que triunfan sin
proponerselo son poco numerosos. Probablemente, el 10% de los que han triunfado
si seguimos aplicando la regla anterior. El resto de triunfadores ha sido a
base de constancia y talento. Tuvieron una idea que meditaron como factible y
lograron desarrollarla.
Emotividad en las decisiones:
La mayoría de la gente queremos ser del segundo grupo, de los que consiguen el éxito sin trazar un plan para ello ni tener que esforzarse demasiado. Algo así como que el éxito venga sin que tu te lo propongas ni siquiera. Hay casos, desde luego, pero son infrecuentes. El método más evidente para conseguirlo es jugar a la lotería y esperar que te toque el premio gordo.
Tendemos a fijarnos en los
triunfadores pero olvidamos los miles o millones que lo intentaron y
fracasaron. La emotividad que siempre está presente en las decisiones puede
impulsar a muchos a ir más allá de lo prudente. Pretender triunfar siempre
conlleva algunos riesgos pero una buena evaluación de los mismos puede servir
para que no te pases de frenada en lo que emprendes.
Hay gente que se mete en
negocios que le superan, sin una visión real de sus propias capacidades y
conocimientos o sin un adecuado estudio del mercado en el cual se meten. La
idea del fracaso no pasa por sus mentes y si este se produce, les puede provocar un gran daño económico y mental. No se puede emprender algo pensando en que vas
a fracasar pero has de meditar si estás preparado para afrontar un descalabro
en tu proyecto.
Resumiendo:
Por resumir, un consejo es que los que quieran emprender algo en pos del triunfo tengan en cuenta la regla de Sturgeon y se analicen a sí mismos sobre si podrán soportar estar entre ese 90% de los que fracasan entre los que lo intentan. Y contar siempre con el factor suerte, que puede jugar a favor o en contra. No hay que confiar sólo en la suerte, pero no se debe dejar de lado que influye.
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