Prototipo del pistolero del Oeste americano | Sobaco Global


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Prototipo del pistolero del Oeste americano

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Podría decirse que el prototipo del pistolero del lejano Oeste americano fue Bill Hickok. Su vida fue una de las principales fuentes de inspiración para las numerosas películas del género que se han rodado hasta la fecha.

Y es que la existencia de Hickok parece propia de un guión de cine a pesar de ser real e histórico. Al revés de forajidos famosos él siempre se movió dentro de la legalidad. Fue explorador del Ejército de EE.UU. del Norte durante la Guerra civil, lo mismo que Buffalo Bill, del que se hizo amigo. Y después de dicha guerra fue Marshall militar y posteriormente Marshall en algunas ciudades, aparte de hacerse jugador profesional de cartas donde destacó mucho.

Siempre disparaba a matar
Pero lo más notorio era su habilidad con los revólveres, dos de los cuales siempre llevaba en la cintura mostrando sendas cachas nacaradas blancas. Tenía una endiablada puntería y siempre disparaba a matar. Eso es lo que le hacía tan peligroso.

Digo esto porque no todos actuaban así entonces. Otro famoso, W. Earp, el del duelo de O.K. Corral, cuando actuaba como Marshall trataba de desarmar al que se le oponía. Y otro famoso, Doc Hollyday, dentista, jugador y pistolero temible, en los enfrentamientos a corta distancia solía disparar al brazo de su oponente para inutilizarle, no lo mataba, ya que no quería líos con acusaciones de asesinato, sobre todo si sucedía en ciudades donde la Ley ya imperaba.

El que intentara acabar con Hickok de forma traicionera sabía que si fallaba el tiro, o sólo le hería, o se le encasquillaba el arma, estaba muerto porque Hickok no fallaría en su respuesta, como muchas veces sucedió.


Más de cien muertos
Cuando se hizo famoso por sus andanzas fue entrevistado por un periodista que le preguntó que a cuantos había eliminado. Hickok le respondió que más de cien. Eso fue a la prensa del Este, la zona más poblada y civilizada de EE.UU. y le hizo aún más famoso.

Nadie sabe cuantos fueron realmente los que acabaron su vida en enfrentamientos con el pistolero. Se sabe que unos veinte y quizás lo de cien fue una exageración para impactar más a la opinión pública.

No se puede saber porque es relativamente fácil saber los enfrentamientos sucedidos en ciudades o pueblos grandes pero no en pueblos pequeños o lugares en campo abierto donde a veces se resolvían disputas para evitar testigos y actuaciones de la ley.

Un duelo de cine
Los duelos en el Oeste americano no eran tan habituales como presentan las películas de Hollywood. Las disputas empezaban, salían a relucir las armas y empezaban los disparos.

Pero en una ocasión si hubo un duelo de cine. Hickok tenía una disputa con Davis Tutt, otro jugador, por un asunto de faldas. Cortejaban a la misma mujer. Davis estaba furioso y un día, jugando, le reclamó una deuda de juego que Hickok no reconocía. Davis tomó el reloj con cadena de chaleco que Hickok tenía sobre la mesa y se lo guardó diciendo que era como pago de la deuda.

Hickok, tranquilo, como solía comportarse, le dijo que no le serviría de mucho ya que si le veía luciendo el reloj por la calle acabaría con él. Al día siguiente Davis se paseaba por la ciudad con el reloj. Llegó a oídos de Hickok que caminó por la calle principal hasta que vio a Davis charlando con unos amigos. A una distancia de setenta metros le gritó que le devolviera el reloj o se preparase para recibir un balazo.

Davis se puso en el centro de la calle enfrente de Hickok. Se miraron y ambos desenfundaron al mismo tiempo según los testigos y dispararon. Davis no acertó y cayó muerto al instante por una bala que le atravesó el corazón.

Un disparo así de certero, a setenta metros de distancia con un revólver, es algo muy difícil. Pero es que Hickok practicaba mucho.

Entrenamiento matutino del pistolero
Por las mañanas Hickok revisaba sus revólveres y después iba a un descampado de la ciudad donde estuviera para practicar. Lo llamaba el desayuno. Montones de gente acudía a ver el espectáculo.

Colocaba una manzana sobre una estaca y se alejaba. Entonces desenfundaba y disparaba hasta que la manzana saltaba atravesada. Incluso a veces le pegaba un segundo tiro al resto de la manzana en el aire. La gente aplaudía entusiasmada.

El cuidado de las armas, de la munición y la práctica era lo que diferenciaba a alguien así del resto de la gente que usaba pistolas.

Un suceso trágico
Abilene era la ciudad del Oeste donde se recibían las manadas de reses de todos los lugares que se embarcaban por ferrocarril hacia las grandes ciudades del Este. Miles de vaqueros llegaban allí conduciendo manadas y armaban follones. Era una ciudad sin ley.

Así que decidieron contratar a un tipo duro hábil con las armas como Marshall. Y ese hombre era Hickok. Entre otros sucesos donde acabó con algunos, un día tuvo un enfrentamiento con un tipo violento.

El hombre le disparó y falló. Entonces Hickok le mató. Pero a sus espaldas se acercaba alguien corriendo. Se volvió y disparó de nuevo. Mató al que se acercaba y resultó que era su ayudante y amigo que venía a prestar ayuda.

Eso le dejó destruído anímicamente. Renunció al cargo y dijo que nunca más sería Marshall en ningún lugar. Se fue de Abilene.

El ayudante había cometido un error al no identificarse adecuadamente porque era peligroso acercarse por la espalda a un pistolero ya que disparaba instintivamente contra todo lo que percibiese como amenaza. Era cuestión de segundos. Pero Hickok no lo superó.

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Se dedica al teatro
Buffalo Bill se dedicaba entonces a hacer representaciones teatrales en teatros de ciudades del Este sobre sucesos del lejano Oeste. Los habitantes del Este estaban fascinados con las cosas que sucedían en aquellos parajes.

La parte fuerte del espectáculo de Buffalo Bill, aparte de él, que era una celebridad, consistía en hacer aparecer a los auténticos personajes. Por eso Hickok era lo que hoy diríamos una estrella.

Así que convenció a Hickok para entrar en la empresa y actuar ante el público. Era un trabajo cómodo y bien remunerado. Los teatros se llenaban. Las mujeres, a las que tan adicto era el pistolero, se rendían a sus pies.

Hickok era de verdad un espectáculo pero no como actor, ya que en ese aspecto no se amoldaba al guión. Su carácter no se amoldaba y en escena le salía lo que llevaba dentro.

Un día tenían que representar una escena en la que estaba sentado en una mesa de juego y bebían whisky. Pero en la realidad era té. Cuando Hickok echó un trago, lo escupió diciendo que le quitaran esa porquería de té y trajeran whisky. Otro día disparó de verdad, en vez de usar balas de fogueo, contra un foco porque le deslumbraba. Los espectadores rugían de júbilo al ver al pistolero comportarse tal como era.  

Pero el carácter de Hickok se cansó de las representaciones teatrales y decidió dejarlo para irse otra vez al lejano oeste como jugador, algo en lo que tenía tanta fama como con las pistolas. Y eligió una ciudad sin ley donde hacía furor el oro: Deadwood.

Muere asesinado
Estando jugando en un salón de Deadwood, Hickok se había sentado frente a la puerta de entrada y las ventanas frontales como hacía siempre por si las moscas ya que era famoso y más de una vez había tenido que enfrentarse a algún alocado que buscaba eliminarlo para adquirir fama.

Pero ese día, el 2 de agosto de 1876, a su espalda, había una pequeña puerta secundaria del local. Y por ella apareció McCall que descerrajó un disparo sobre la cabeza de Hickok, que murió al instante.

Como Deadwood era una ciudad sin ley habitada por buscadores de oro a McCall no le pasó nada por su asesinato. Pero se hizo famoso y empezó a ir por las ciudades alardeando de haber sido el que mató a Hickok.

Al final las autoridades le detuvieron, le juzgaron y le condenaron a la horca donde acabó sus días. Alegó en el juicio que había matado al famoso personaje porque él había matado a un hermano suyo en Abilene. Pero se comprobó que McCall no tenía hermanos.

No se sabe a ciencia cierta porque lo hizo. Se ha barajado una antigua disputa de juego, o un asunto de faldas o simplemente que decidió que podría hacerse famoso matando al famoso pistolero. Pero lo mató como solía ser frecuente, a traición y por la espalda. Y tuvo la suerte de acertar porque de otro modo hubiera muerto allí mismo. Pero Hickok estaba en una posición difícil, totalmente de espaldas y mirando sus cartas: dos ases y dos ochos. Desde entonces se conoce entre los jugadores de póker como “la jugada del hombre muerto”.

La noticia de la muerte del pistolero y antiguo Marshall recorrió la prensa y tuvo una gran repercusión en el Este donde era tan famoso. Entonces entró en la categoría de mito en Estados Unidos y el cine lo tomaría como referente de los pistoleros del lejano Oeste.


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