Voy a exponer un par de sucesos. Se trata de dos contrabandistas estúpidos. Uno intentó pasar sin declarar casi un centenar de móviles por la frontera y otro quiso pasar a su esposa en una maleta.
Comenzaré por el caso del que aparece en la foto anterior. Se colocó casi un centenar de móviles de la marca iPhone de última generación sujetos al cuerpo con cinta adhesiva. Como puede apreciarse se distribuían por toda la parte del cuerpo.
De esa guisa se presentó en la frontera entre Hong-Kong y China. Los aduaneros observaron que el hombre caminaba rígido, con dificultad, como si fuera vestido con una armadura. Además estaba nervioso. Así que tocaron un poco su cuerpo y pronto vieron que allí no había carne sino objetos duros.
Comenzaron a desvestirle y pudieron ver asombrados el estúpido procedimiento que había empleado para intentar meter los móviles de contrabando. No podían contener la risa los agentes de aduanas.
Hong-Kong tiene desde 1997 en que dejó de pertenecer al Reino Unido un estatus especial dentro de China. Existe una libertad de comercio que no existe en el resto del país. Ello hace que los aparatos más modernos de todo tipo se vendan antes en Hong-Kong que en China y ello induce a hacer contrabando.
Los chinos están ávidos de comprar novedades no disponibles en sus comercios y muchos tratan de pasarlos por la aduana sin pagar los impuestos de importación, que son elevados y dispara el precio de los productos. Pero claro, una cosa es escaquear un par de móviles y otra cosa pretender pasar cien aparatos pegados a tu cuerpo.
Esposa de contrabando
El de este caso se lleva la palma de la estupidez. Sucedió en Marzo de 2015. Un francés se casó en Rusia con una mujer rusa. Quería llevarla con él a Niza, (Francia), donde tenía su casa. Así que no se le ocurrió otra idea que meterla dentro de una gran maleta.
Después fue a la estación de tren y tomó uno que cruzaba media Europa hacia Francia. Al llegar a la frontera con Polonia hay una revisión de aduanas. A los agentes les llamó la atención de la enorme maleta y pidieron que fuera abierta. Pasmados vieron a una mujer de unos treinta años totalmente encogida y que les miraba. El francés explicó que era su esposa.
Entonces los agentes le explicaron lo estúpido que era. Al estar casados, ella podía cruzar legalmente la frontera con Polonia y seguir viaje hacia el resto de la Unión Europea. Había hecho que su mujer hiciera un horrible viaje metida en una maleta desde Moscú hasta la frontera polaca inútilmente. Y encima, como se vio, hubiera sido descubierto y detenido en caso de que ella no tuviera autorización para cruzar la frontera.
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