Parece increíble que una avispa pueda ser responsable de estrellar un avión de pasajeros. Pero es algo histórico que sucedió. Como cabe suponer, no se trata de que el aparato colisionara con el pequeño insecto sino que el accidente fue más complejo y elaborado. Hay que apuntar que fallecieron todos los que iban a bordo, 189 personas: es el mayor número de muertos en un accidente de una aeronave tipo Boeing 757.
El avión Boeing 757 hacía la ruta desde Santo Domingo a Alemania con turistas alemanes mayormente. Lo que se supo después debido a la investigación fue que el aparato despegó comenzando a elevarse en el aire. Según iba aumentando altitud el capitán observó que la velocidad que se podía leer en su velocímetro era de más de 300 nudos, muy elevada para ese momento de maniobra de ascenso.
Pero el velocímetro del copiloto así como el del ingeniero de vuelo marcaban unos 200 nudos, normal para esa situación. Ocurre que el piloto automático, que en ese momento controlaba el aparato, tomaba la indicación de velocidad para sus cálculos del medidor del capitán.
Aquí se ven los dos orificios en el fuselaje del avión para toma de aire estática que compensa a toma delantera de aire estática más dinámica. Las dos estáticas, las del medio ambiente, se anulan y queda la dinámica que indica la velocidad del aparato. Un orificio es para el medidor del capitán y el otro para el del copiloto o primer oficial. El letrero de al lado es un aviso de que esos orificios han de estar sin deformaciones, limpios y despejados. En el caso que nos ocupa se metió una abeja por el orificio correspondiente al capitán.
El piloto automático corrige fatalmente:
El piloto automático consideró que más de trescientos nudos era demasiado y levantó el morro del avión y quitó potencia a los motores para reducir velocidad. El copiloto podía ver en su indicador como la velocidad se reducía peligrosamente pero el capitán iba sin preocuparse demasiado ya que su velocímetro seguía marcando más de trescientos nudos.
El piloto automático consideró que más de trescientos nudos era demasiado y levantó el morro del avión y quitó potencia a los motores para reducir velocidad. El copiloto podía ver en su indicador como la velocidad se reducía peligrosamente pero el capitán iba sin preocuparse demasiado ya que su velocímetro seguía marcando más de trescientos nudos.
De repente comenzaron a sonar las alarmas de entrada en pérdida. Los cuernos del volante de mando empezaron a vibrar: están diseñados para que eso suceda cuando el aparato empieza a desplomarse. Se supone que la vibración advierte a los pilotos de que el aparato se desploma hacia el suelo. No pueden evitar enterarse debido a las sacudidas de los mandos.
El capitán se percató de que estaban en peligro y aceleró los motores manualmente. Pero el morro del avión había sido elevado demasiado por el piloto automático que trataba de rebajar la velocidad (errónea) que recibía del medidor del capitán. Con el morro tan alto, los motores a máxima potencia no recibían suficiente aire. El motor izquierdo se detuvo y empezó a arder. Con el empuje del motor derecho, el aparato sufrió un desequilibrio y como estaba en pérdida de sustentación, se fue al suelo sin poder ya ser controlado. Murieron todos.
Investigación:
Analizadas las cajas negras se supo que el aparato iba realmente a 220 nudos cuando el indicador del capitán marcaba más de 300 nudos. Se dictaminó que el tubo pitot de entrada de aire para medir la velocidad del avión que alimentaba al medidor del capitán se había averiado. Los del copiloto y el ingeniero de vuelo funcionaban bien. Pero la desgracia era que el piloto automático tomaba la medida del sistema del capitán.
Se concluyó que probablemente, mientras el aparato estaba en tierra sin volar no se habían tapado los tubos pitot de entrada de aires y que una avispa, insecto abundante en la zona, se había introducido dentro (ya había sucedido en otras ocasiones aunque sin resultado tan trágico) y había dañado el funcionamiento del medidor que se quedó marcando más de trescientos nudos de forma permanente.
El copiloto y el ingeniero de vuelo podían leer la velocidad real de algo más de doscientos nudos pero estaban todos en manos del piloto automático. Los investigadores consideraron que ambos, copiloto e ingeniero debieron haber presionado al capitán para que actuase antes pero que probablemente no lo hicieron debido al respeto que el capitán les imponía ya que era considerado muy experimentado en ese modelo de avión.
Una conclusión es que ya en el momento de despegue, cuando rodaban por la pista, el indicador del capitán no coincidía con la medida de velocidad del copiloto y el ingeniero de vuelo. Eso debía haber llevado a abortar el despegue y no proseguir como hizo el capitán.
A raíz de este accidente Boeing comenzó a conectar las medidas de los tres indicadores de velocidad al piloto automático, para que una avería en uno de ellos no diera lugar a un desastre como sucedió en este caso. El suceso ocurrió el 6 de Febrero de 1996
Abeja hace regresar a un avión:
Más recientemente, el 8 de Junio de 2015, un avión de pasajeros que despegó de Southampton rumbo a Dublín tuvo que regresar al aeropuerto porque un indicador de velocidad marcaba mal.
Una abeja se había introducido en uno de los tubos pitot de medir la velocidad y lo había inutilizado. El aparato aterrizó sin problemas y sin daños. Afortunadamente no llevó a un desastre como el caso anterior descrito.
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