Hay 2 tipos de funcionarios
que se relacionan con la vagancia según el conocido chiste. En la imagen se muestra a los mayas y a los
aztecas. Hay quien incluye también a los incas, los que hincan los codos para
leer prensa o modernamente para navegar en Internet. Mucha gente asocia a los
funcionarios con la vagancia pero no es así. Lo que sucede es que los
funcionarios son empleados de una empresa que actúa en régimen de monopolio, la
Administración. Y es como un gran diplodocus, gigantesco. En su seno se
encuentra gente muy trabajadora y gente muy vaga. Y hay que tener en cuenta que aunque para el gran público todos son funcionarios, lo cierto es que no todos los empleados públicos lo son. Hay muchos cargos políticos y muchos contratados a dedos por partidismo político que se identifican con el funcionariado sin serlo.
Este caso de cartas arrojadas a la basura es el típico hecho que arroja mala prensa sobre el conjunto de trabajadores de las Administraciones. Hay un cierto número de gente cualificada y
dispuesta al trabajo mientras existe otra pléyade de zánganos que son parásitos
de ellos y son los que dan mala fama a la institución del funcionariado. El sistema se mantiene a costa de los que trabajan.
El problema nace de que las
Administraciones han ido asumiendo competencias cada vez mayores para que los
partidos políticos puedan justificar el nombramiento de miles de cargos entre
sus correligionarios. Y ello generó que la gente contratada por esas
Administraciones se incrementara a millares y millares. Cada cargo político
establece un organigrama de Directores Generales, Subdirectores, Asesores,
Secretarías, funcionarios asignados, coches oficiales, presupuesto, etc…
En una organización tan
bestial que se sostiene a base de impuestos y donde pesa más el clientelismo
político que la eficacia, es inevitable que se establezcan nidos de auténticos
zánganos que se escabullen todo lo que pueden del trabajo. Los primeros perjudicados son los funcionarios cumplidores que han de sufrirlos como compañeros de trabajo.
También sucede que esos
miles de cargos políticos de las Administraciones no paran de generar
ocurrencias y proyectos descabellados, muchas veces por ignorancia o buscando
votos, que desaniman a los trabajadores públicos. Nadie con sentido común puede
ponerse a trabajar con entusiasmo cuando se trata de hacer alguna memez.
CONCLUSIÓN:
La Administración debería
ser la mínima posible. Las Administraciones como empresarias son ruinosas. La deuda de las empresas públicas españolas se cifra en sesenta mil millones de euros en 2011. Generan
dispendio del dinero e ineficacia al no estar sometidas al juzgado de los
consumidores. Y son una fuente de corrupción. Cualquier vendepeines que ha
prosperado en un Partido Político es nombrado para un cargo donde de
repente maneja cientos o miles de millones. Es la ocasión de su vida para dar rienda suelta a su fantasía creativa tirando con pólvora ajena o incluso para forrarse. Muchos no resisten la tentación.
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2 comentarios :
Añadiría que "los a dedo" generan conflictividad e incluso bajas laborales por estress del funcionariado normal que debe realizar su trabajo y el de otros y encima supervisados por estos auténticos descerebrados, ya que copan los cargos de confianza.
Sea como sea la elefantiasica administración está ahogando a España y a los españoles. Los politicos y los funcionarios son el principal problema del pais, y se supone que tienen que arreglarlo ellos mismos. Mal vamos y peor acabaremos.
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