El misterio de los
príncipes desaparecidos es el de los jóvenes hijos del Rey Eduardo IV de
Inglaterra. Al fallecimiento del Rey, eran los herederos al trono. Su tutor,
Ricardo, hermano del difunto Rey, los encerró en la Torre de Londres y nunca más
se supo de ellos. Lo lógico es sospechar que los asesinó. La desaparición de
los niños propició que Ricardo llegara al trono como Ricardo III.
Muchos nobles no
estaban de acuerdo con que Ricardo fuera el Rey y apoyaron a otro sucesor al
trono, a Enrique Tudor. Ricardo III y sus ejército se enfrentó a Enrique Tudor
y el suyo el 22 de Agosto de 1485 en Bosworth, cerca de Leicester. Un noble del
bando de Ricardo III se cambió de bando con sus tropas durante el combate y
Enrique Tudor ganó. Ricardo III, que luchó ferozmente, sucumbió en plena pelea.
Enrique Tudor pasó a
ser Rey. Mandó exponer desnudo el cuerpo del fallecido Ricardo III y después
mando colgarlo de una horca, según crónicas de la época. La tradición dice que
cuando lo llevaban muerto sobre un caballo para enterrarlo en una abadía de
Leicester, su cabeza golpeó contra un pedrusco que había en el lateral del
camino. Y que cuando antes había pasado por allí Ricardo III camino del combate, en esa misma piedra había golpeado su espuela.
Misterio del cadáver: Un rey bajo un
parking
El misterio del cadáver de Ricardo III es otro. Pudieran estar los
restos de un Rey bajo un parking. Arqueólogos británicos han encontrado en Septiembre
de 2012 restos de un cadáver enterrado bajo un aparcamiento de Leicester, en
Inglaterra. Hay bastantes posibilidades de que se traten de los restos del Rey
Enrique III, que murió en combate en una batalla que tuvo lugar a unos veinte
kilómetros de esa localidad de Leicester. El esqueleto tenía una punta de lanza
en la espalda y un fuerte golpe en la cabeza.
La columna vertebral
presenta una cierta desviación que haría que el hombre en vida tuviera un
hombro más elevado que el otro. Enrique III fue llevado al teatro por
Shakespeare, que lo presentó como un hombre jorobado y cruel que asesinó a sus
dos sobrinos, hijos de su hermano el Rey Eduardo IV y herederos al trono para
poder ocuparlo él. Pero parece que lo de jorobado fue exagerado y no era tal. Lo de la desviación de columna podría haber generado el mito de la joroba.
El cuerpo fue
enterrado en una abadía pero han pasado cinco siglos y esa construcción
desapareció bajo las nuevas edificaciones de la ciudad de Leicester. Han pasado quinientos años. Ahora
parece que lo que se ha encontrado bajo el parking son los enterramientos
hechos en aquella abadía y que uno de esos cadáveres es el del Rey Ricardo III.
Aunque eso habrá que
comprobarlo. Lo asombroso es que existe un descendiente genéticamente directo
del Rey. Un canadiense es descendiente de una hermana de Ricardo III, por lo
que podrán realizar pruebas de ADN para ver si hay coincidencia.
Misteriosa enigmática frase lunar
Misterioso paquete abierto
Guerra máquinas de coser: venta a plazos
Venganza del falsificador y timo
5 comentarios :
Ese no es el que decia ....mi reino por un caballo
Periódico:
Efectivamente, fue Ricardo III. Cuando mandó que le trajeran su caballo para ir a la batalla, el herrero no había terminado de ponerle herraduras nuevas. Faltaba una y por temor a decir que no estaba listo, la fijo de mala manera.
Cuando empezó el combate, Ricardo III hizo una cabalgada para ponerse el frente de sus tropas y darles ánimo. Pero el caballo perdió la herradura y tropezó, derribando al jinete.
El caballo, con la marabunta rugiendo por atrás y por adelante, se repuso del tropiezo y se fue, dejando al Rey sin posibilidad de volver a montar.
Al ver caer al Rey, sus tropas se frenaron y Ricardo III quedó en tierra de nadie hasta que las tropas del Tudor llegaron a donde estaba y lo mataron.
Efectivamente, Ricardo III, en tierra, gritaba lo de "mi reino por un caballo", pero no hubo caballo para él. Hay que tener en cuenta que llevaban unas pesadas armaduras de hierro y sin caballo apenas se podían mover.
El hecho se pone de ejemplo de cómo por una herradura se perdió un reino y la vida. Todo por las prisas y la soberbia de un Rey al que temían decir que tenía que esperar a que su caballo estuviera de verdad listo.
Hay quien interpreta que ofrecía cambiar su reino por un caballo pero otra interpretación es que era consciente de que por culpa del caballo que lo había tirado al suelo, perdía el reino. Lo de cambiar el reino por un caballo que le permitiera salvar la vida no entraba en la mentalidad de esa época violenta. Estaban educados para morir en combate. No eran nobles ni reyes de salón como ahora. Porque es dudoso que hubiera podido subirse a lomos de un caballo con una armadura encima de más de cincuenta kilos de peso. Probablemente se hubiera subido a su caballo si hubiera podido. Los caballos estaban muy entrenados para el combate y si se fue, sin duda lo hizo cuando los nobles enemigos estaban encima a lomos de sus cabalgaduras gritando. Es decir, si hubiera podido subirse, seguro que el caballo lo tenía allí. Bastante hizo en poder ponerse de pie para pelear hasta el final, porque normalmente se quedaban tirados en el suelo sin posibilidad de erguirse sin ayuda. También parece que cuando luchaba contra los caballeros enemigos que se le echaron encima gritaba "traición, traición", refiriéndose al noble que se había cambiado de bando al comienzo de la batalla. Perdona por el rollo, pero me parece interesante el tema.
Cayo por cabroncete
Jolín, un rascayú de rey bajo un parking. Quizá pruebe suerte en el mío y saco una pasta gansa vendiendolo a algún museo.
Publicar un comentario