Dentro de curiosidades recordaré una historia. En el año 2001 se anunciaba en Internet una carnicería caníbal
de carne humana. Las imágenes no dejaban duda de a que se refería. Se veía el
cadáver de un hombre que iba a ser troceado y como era triturado en una
picadora de carne.
Daba toda clase de explicaciones de como trataban de satisfacer con sus productos a los caníbales más exigentes. Podían comprarse también todo tipo de salsas que ellos fabricaban y hasta sopa de huesos. Decía que cada pieza cortada había sido seleccionada por su calidad y su suave textura. Vamos, que era una empresa seria que hasta tenía sus propios camiones de distribución.
Las protestas de los que lo vieron no tardaron en saltar a
la prensa y la Administración de EE.UU. intervino investigando el tema. Pero no
encontraron tal carnicería. Lo que encontraron fue que había sido obra de J. Christopher,
un diseñador gráfico que había hecho el montaje del anuncio.
Dijo que había buscado un tema que revolviera los estómagos
y provocara controversia, que buscaba la indignación de la gente. Y desde luego
que lo logró, ya que fue algo viral. Puro humor negro.
Como se sabe, el canibalismo forma parte de la historia de
la especie humana. Se han encontrado restos de humanos de hace miles y miles de
años donde se aprecia que fueron devorados por otros humanos. La forma en que
habían extraído el contenido de la cabeza o el tuétano de los huesos no deja
lugar a dudas.
La mayor organización social caníbal que se ha conocido fue
la Azteca, en lo que hoy es México. Su mayor fuente de proteínas era la carne
humana. Las tribus sometidas por los aztecas eran para ellos como rebaños de
donde sacar continuamente comida.
Incluso actualmente se siguen dando casos de canibalismo. Sobre
todo en periodos de escasez, debido a guerras, por ejemplo. Es sabido que en la
Segunda Guerra Mundial, en Europa, ante las penurias que provocaba el
conflicto, muchos no tuvieron escrúpulos en comer a sus semejantes.
Los devoradores de carne humana en medio de aquellas
hambrunas se notaban por sus sonrosados y nutridos cuerpos frente a los pálidos
y delgaduchos del resto hambriento. El truco era invitar a algún vecino a un
pequeño festín a una casa alegando que habían conseguido una partida de algo
sustancioso, como chocolate, vino, pasteles, etc…
El incauto vecino acudía confiado al banquete en el que
supuestamente iba a participar y allí le esperaban los otros para asesinarlo y
devorarlo. El desgraciado no sabía que sí iba a haber un festín, pero que la
comida era él.
Así que ya sabes, no aceptes invitaciones de desconocidos o
vecinos a supuestos banquetes sorpresa porque la sorpresa te la puedes llevar tú.
Nunca se sabe, que hay mucha gente rara y mucho vicio suelto.
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