Impuesto del Patrimonio España

El impuesto del Patrimonio en España, que había sido abolido por el Gobierno de ZP de acuerdo con su programa electoral de 2008, al considerarlo una doble imposición que cargaba sobre las espaldas de la clase media, fue rescatado en septiembre de 2011 por ese mismo Gobierno a instancias de Alfredo Pérez Rubalcaba, el candidato del PSOE a las elecciones generales de 2011. El lema con el que se vende es que “paguen los ricos”. Pero el mensaje oculto es que se penaliza el ahorro y el dinero no es bien recibido aquí. Debiera ser obligatorio, cuando se hacen propuestas económicas, que vayan acompañadas de informes técnicos sobre las consecuencias adversas que puede tener, como deslocalización de capitales,  retiradas de dinero de los bancos para ir a las cajas fuertes y otros aspectos que trataremos a continuación.

Hay muchos eslóganes que suenan muy bien a oídos populares pero que en Economía pueden tener consecuencias nefastas. La Economía no es una ciencia tan intuitiva como pudiera parecer. Siempre que se actúa sobre un parámetro, los demás parámetros no se quedan quietos. El Impuesto del Patrimonio puede conducir a que mucho dinero se vaya del país, a que se deslocalicen fortunas, a que el dinero salga de los bancos para ir a las cajas fuertes particulares o a que el dinero de afuera no venga. Para muchos, dado el riesgo bancario por la crisis existente en 2011 y el hecho de que los magros intereses cobrados por tenerlo en un banco apenas darán para pagar ese impuesto, puede ser más conveniente sacar el dinero y guardarlo debajo del colchón.

Aparte del mensaje de inseguridad jurídica que supone que un Impuesto abolido se vuelva a instaurar un par de años después. Puede ser interpretado que la abolición fue una especie de trampa de osos para que aflorara dinero y después pillarlo. No es moco de pavo ese mensaje de inseguridad jurídica. Porque si España se viera abolida por emergencia a captar dinero recurriendo a una amnistía fiscal, por ejemplo, el dinero podría no aflorar ni aún así, por la desconfianza de que después pudiera ser perseguido con otra norma sacada de la chistera, de que se tratara de otra trampa de osos.

Muchos han puesto de ejemplo en España el manifiesto de algunos empresarios franceses que solicitaban pagar más impuestos. Pero se trataba de grandes empresas francesas como Danone, L´Oreal, Societé General, etc, que en el fondo lo que hicieron fue una campaña de publicidad barata de sus marcas y con un mensaje implícito oculto a los ciudadanos: "somos unos patriotas, tienes que serlo tú también, compra productos franceses". Si grandes empresas o grandes fortunas quieren hacer algo de verdad por su país, la última forma que se les ocurriría sería pagar impuestos para que se gasten en televisiones públicas, inmersiones lingüísticas, embajadas Autonómicas o cochazos oficiales como sucede en España. Formarían fondos o fundaciones con ese dinero para ayudar a sectores necesitados gestionando ellos mismos dicha ayuda.

El mensaje del Impuesto del Patrimonio es también claro: se persigue el ahorro. Un país con grave déficit de ahorro, incapaz de financiar sus propios pufos, como muestra que el  endeudamiento exterior neto de los españoles es de un billón de euros en 2011, ha de promover al ahorro y captar inversión exterior. No parece que ese mensaje de cobrar sobre lo ahorrado después de que lo ahorrado ya ha pagado sus impuestos, sea el adecuado.

Otro factor a tener en cuenta es el de la vivienda. En España hay miles y miles de viviendas que están construídas con fines que podíamos llamar de ocio, como segunda o tercera vivienda, en playa, montaña, campo, etc... La gente con más dinero es la que puede comprar dichas viviendas. Para dar salida a tanta vivienda hace falta que una persona o una familia compre pisos, zulos o pocilgas más allá de las que estrictamente necesita. Con esas viviendas pesando en su Patrimonio, será un anti incentivo para que compren y será más problemático dar salida al tapón del ladrillo existente.

Por otra parte, al ser el dinero un bien escaso, los países compiten por captarlo, excepto los países idiotas. Y si el Impuesto del Patrimonio no existe prácticamente en ningún lugar del mundo, no parece que ponerle sea la manera de competir. Porque España no puede competir hoy por hoy  ni en productividad, ni en tecnología, ni en muchas otras variables. Si en algo podría intentar competir, al depender en gran medida de la voluntad política, es en impuestos. Si tampoco en esto compite, al final no seremos competitivos en nada.

Las confusas declaraciones de líderes políticos del PSOE y el hecho de que el impuesto haya sido solicitado por el candidato Rubalcaba con fines electorales, en busca del voto de incautos que votan a la izquierda, han introducido un factor más de sospecha de improvisación en la política económica española. Con un déficit público estructural debido a la mala organización política del país en gran medida, intentar recaudar más por vía de impuestos puede conducir a asfixiar a la economía y a que no se aborden reformas profundas porque se teme molestar a los partidos nacionalistas que aspiran a seguir siendo señores feudales en sus feudos regionales.

Gastar dinero que no se tiene, que hay que pedir prestado, para hacer frente a gastos improductivos, es delirante.

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La demagogia es de tal calibre que, aparte de rebajar la base imponible a 700.000 euros para "pillar" más, cuando había hablado Rubalcaba en TeleCinco en el programa de Rosa Quintana de los que tenían más de tres o o cuatro millones de euros, dicen que sólo se aplicará en 2011 y 2012. Es decir, saben lo negativo del mensaje que se lanza desde España al exterior y el daño que va a producir a nivel financiero con deslocalizaciones, retiradas de efectivo y freno a la captación de capital, y tratan de minimizar daños diciendo que es sólo por un par de años. El electoralismo populista del PSOE no tiene límites.

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El diario El Mundo publica una información el 18 de Septiembre de 2012, sobre como ZP decidió quitar el Impuesto del Patrimonio en 2007. En conversaciones con el entonces asesor económico Taguas, escuchó que los verdaderamente ricos no pagaban tal impuesto. ZP en persona llamó a ricos como Amancia Ortega y otros grandes de España y descubrió que efectivamente, ninguno de ellos tenía que pagar el Impuesto patrimonial porque actuaban como empresas, tenían SICAV u otras martingalas legales. Fue cuando ZP se percató de que era un impuesto que sólo recaía sobre la clase media más o menos acomodada, no sobre las grandes fortunas y decidió suprimirlo. De hecho, iba incluído en el programa electoral del PSOE en 2008, lo que sin duda sirvió para darle un aire socialdemócrata centrista al partido. Finalmente, el impuesto fue bonificado, hasta que en Septiembre de 2011, el candidato del PSOE, Rubalcaba, exigió que se volviera  a reimplantar y ZP le hizo caso.

 La tésis de El Mundo es que Rubalcaba se ha hecho con el poder en la sombra y ese impuesto le viene bien para captar votos por la izquierda, forzando a las Comunidades Autónomas, que tienen la última palabra, a decidir si lo aplican o no, y muchas de ellas están gobernadas por el PP, con lo que Rubalcaba tendría ahí material de agitación de lucha de clases. No le importa que haya fuga de capital o que no venga dinero a invertir a España, ni que se lance un mensaje nefasto de que el ahorro está mal visto, está penalizado. Sólo le importa rascar votos. Y si esa medida y ese mensaje produce daño en la credibilidad y la seguridad jurídica de España, con fuga u ocultación de capitales, ¿se exigirá responsabilidades al que lo propuso, Rubalcaba, y al que lo aprobó, ZP?

MIENTRASTANTO

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