La que podría llamarse moneda de la prostitución es una pieza de bronce encontrada en el margen del río Támesis, en Londres. Los expertos estiman que se trata de una moneda usada para pago en un burdel que estaba en la zona hace dos mil años, durante la ocupación romana de Inglaterra. Es curioso el liberalismo respecto al sexo que mostraba Roma, hasta el punto de imprimir monedas con escenas eróticas. Y también observar como la prostitución es una actividad desarrollada en todas las sociedades. En la romana, amante de la organización, también el fornicio estaba muy regulado. Las mujeres que querían ejercer, debían registrarse con sus datos y obtenían un permiso conocido como “licencia para el estupro”.
Al igual que ahora, había diferentes estatus y formas de practicar el putiferio. En lo más alto estaban las fulanas “Exquisitas”, que eran las más caras, al alcance sólo de los poderosos. Después estaban las “Lobas”, que ejercían en los prostíbulos normales. Las “Nocturnas” eran fulanas que ejercían en las calles por la noche. Las “Fornicatrices” esperaban a sus clientes bajo los arcos (fornix en latín) de los edificios o de los puentes y dieron lugar a la palabra fornicar. Las "Tenderas" atendían a los clientes en unos bares donde se servían tapas, vinos y donde se podía copular también, todo ello de forma rápida.
No todas las mujeres practicaban el putiferio por necesidad o amor al dinero, sino que existía la variedad de las “Famosas”, que solían ser damas de alto standing y conocidas que se entregaban a hombres diversos sólo por gusto o vicio. Es muy conocido el caso de Mesalina, la mujer del Emperador Claudio. Se acostaba con multitud de hombres pero su descaro llegó a tanto que organizó un campeonato tipo bacanal a ver qué mujer resistía a más hombres de forma continuada. Las prostitutas tenían su representación en Roma, y dicha asociación envió para el reto a una profesional muy experimentada. Según cuentan las crónicas, la profesional abandonó cuando se había ventilado a veinticinco clientes, agotada y con la entrepierna dolorida. Mientras tanto, la Emperatriz siguió cepillándose a tíos durante horas hasta completar la cifra de doscientos caballeros.
Es famosa la anécdota de otra Emperatriz muy dada a ser “Famosa”, que cuando una amiga le preguntó si no tenía miedo a que se quedara embarazada de un hombre y que su marido se percatara de ello, contestó que “ella sólo admitía clientes cuando la bodega estaba llena”. Se refería a que sólo se entregaba al fornicio despendolado cuando se quedaba embarazada. Tuvo cinco hijos y durante los embarazos, se desfogaba.
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6 comentarios :
Menos mal que ya no está el zapabobo, igual le daba por acuñar monedas con una lechuga para comprar verduras, una vaca para adquirir los lácteos y etc.
Ese habría sido capaz aunque no tengamos moneda propia.
Mesalina lo debía tener como un bebedero de patos, de ahí necesitar tantos para enterarse de algo.
Dicen que también se exponía con el potorro al aire para que los soldados le tirasen granos de maíz con puntería y las gallinas lo picoteasen.
Claudio no se enteró de nada hasta muy tarde porque se pasaba las horas actualizando su blog.
Agripinilla se lo eliminó después de su muerte, pero al parecer él había tomado precauciones y Robert Graves encontró la copia de seguridad siglos después. ¡Menos mal!
Leona, muy bueno lo del "blog" del Emperador Claudio. Para el que no lo sepa, el blog era un diario que escribía con todo lo que había vivido a lo largo de su vida, con todas las intrigas y sucesos de las cortes de Augusto, Tiberio, Calígula, etc...
Que curioso que famosa quiera decir prostituta
En Pompeya pueden verse en varias calles, incluso quedan algunos con mosaicos y unas camas de piedra con la forma de la almohada tallada.
Pobre Mesalina, al fin y al cabo, Claudio no era tan bo-bo-boooo como ella creía.
Deduzco, nuevamente, que eso de fornicar es la actividad mas antigua del mundo y que lo de La Creación no fue un milagro.
Pero lo que mas me ha gustado es lo de la práctica con el bombo lleno, es algo muy inteligente
Lo de la "bodega cargada" es cosa de Julia la Mayor, hija del emperador Augusto.
Casada en segundas nupcias con Mario Vipsanio Agripa que casi la doblaba en edad, gordo y calvorota, Julia aceptó la imposición de su padre y en sus cinco embarazos se puso las botas, je je je...
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