Lo de los candados
amorosos se ha convertido en una moda contagiosa. Y es forma de ligar barato.
Un candado está al alcance de todos los bolsillos. Y con eso de ir a colocar el
candado se crea el ambiente para el fornicio posterior. No hay ligón nocturno
que aparte de llevar preservativos no lleve su candado en el bolsillo. Cada vez
proliferan por más ciudades. Sobre todo en los puentes. Las parejas compran
candados, ponen sus nombres en ellos y después fijan el candado en una
barandilla. Así se amontonan miles de candados. ¿Donde surgió la idea?.
No se sabe exactamente
donde surgió la idea. Hay quien dice que se originó con la novela “Tengo ganas de ti”, de Moccia. En
ella, los protagonistas ponen un candado con sus nombres en un farol. Pero
otros apuntan que la idea ya venía de antes desde Rusia, aunque no se le había
dado importancia hasta que empezaron a llenar los puentes sobre el Sena en
París.
A mí no me
extrañaría nada que la idea haya sido potenciada por los fabricantes de
candados. Menudo negocio el de los candados amorosos. Nunca vendieron tantos. Miles
y miles de candados empiezan a llenar las barandillas de puentes de montones de
ciudades. Esperemos que las autoridades hayan tenido en cuenta el sobrepeso que
recae sobre esas barandillas donde los candados se acumulan como enjambres de
abejas.
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1 comentarios :
Pues yo creia que era un invento sevillano
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