Eso es lo que logró un chino
avispado, comer gratis en el aeropuerto durante un año. El metodo empleado
comenzó por comprar un billete de avión de primera clase de la compañía China
Eastern. El billete era abierto y la fecha del vuelo podía cambiarse. Y daba
derecho a entrar en la sala VIP del aeropuerto donde se servía un buffet libre.
Así que nuestro hombre
cambiaba la fecha del vuelo a diario, presentaba el billete con salida para ese
día en el control de la sala VIP y se ponía morado comiendo y bebiendo. Los
controladores de la sala ya lo conocían y pensaban que era un ajetreado hombre
de negocios que se pasaba la vida yendo y viniendo en aviones y que gozaba de
buen apetito por la forma en que zampaba y trasegaba. A dieta, desde luego, no estaba.
Al cabo de un año, durante
unas revisiones estadísticas de la compañía, les extrañó ver que un hombre había
cambiado la fecha de vuelo más de trescientas veces en un año. Le llamaron para
ver que problema tenía para ese raro comportamiento.
Devuelve el billete y recupera el dinero:
Entonces el hombre, al ver
que contactaban con él, decidió devolver
el billete no usado. La compañía había hecho sus investigaciones y se había
percatado de que en la sala VIP era más conocido que la Chelito y que lo que nuestro glotón personaje estaba haciendo era engullir gratis
el buffet para viajeros pudientes de primera clase. Pero no había nada ilegal en lo que había
hecho el avispado zampón y le reintegraron el importe del billete.
La compañía ha reconocido
que tal como está el procedimiento establecido en el aeropuerto cualquiera
puede hacer lo que hizo este personaje gorrón y astuto. Aparte de que no hay
forma de demostrar que lo hizo adrede, a pesar de que cambió la fecha del vuelo
más de trescientas veces en un año, como ya dije antes. Podría deberse a que
estaba en espera a diario de una orden de partida que no llegó. Y mientras
esperaba, tenía que comer. Gratis.
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