Cuando uno piensa en el famoso Principio de Pareto no deja de ser inquietante: el 20% de los esfuerzos
es lo que produce el 80% de los resultados. Por ejemplo, el 20% de los artículos
de este blog producen el 80% de las visitas. El problema radica en saber cuando
escribes un artículo si estará entre ese 20% más útil.
Si te trasladas a la
política, puedes deducir que el 80% de los políticos son corruptos frente al
20% que no lo son. Podría ser a la inversa, pero la experiencia parece indicar
que lo cierto es la primera premisa. Y si sigues el razonamiento, entre esos cuatro quintos de corruptos, hay una quinta parte que es profundamente corrupta. Y esa quinta parte corrupta es la que acaba acaparando el 80% del poder.
Más inquietante es si
meditas sobre que el 80% de la población no tiene conocimientos científicos,
económicos ni tecnológicos frente al 20% que sí los tiene. Y el voto es igual
para todos. No es extraño ver que personajes tan ramplones e incompetentes suelen encumbrarse en la cúspide
de los partidos políticos.
La morralla es lo que
abunda:
El principio de Pareto es
una especie de abstracción empírica que ayuda a simplificar los análisis de
muchas cuestiones. Si una fábrica produce muchas cosas diferentes, ha de tener
en cuenta que el 20% de esos tipos de cosas son las que producen el 80% de los
ingresos. Y así con casi todo. El 80% de la gente pierde en la lotería para que
el 20% restante gane.
Una conclusión inquietante a
lo que nos lleva este principio es que la morralla es lo que abunda en la mayoría
de los casos. Generalmente es lo malo lo que se impone.
He usado antes la expresión
de generalmente porque tampoco conviene hundirse en lo más negativo. Seguro que
el 80% de la población tiene un fondo bondadoso frente al 20% que tiene un
fondo canalla. Pero ese 20% de canallas cometen el 80% de las tropelías que
suceden.
Cuando Quevedo emitió este pensamiento no cuantificó porcentajes sobre el nivel de estúpidos existentes. Ahora podríamos precisarlo algo con el Principio de Pareto, como hemos visto. Pero después vino Sturgeon, que aún afinó más y a peor. Puedes verlo en Dos grandes grupos frente al éxito y el fracaso
La educación y la organización política debería ir encaminada a que se invirtieran los altos porcentajes de lo malo en pro de lo bueno. Y que cada cual se esmerase en ser un poco más instruído y educado para que no fueran los necios y los corruptos los que acaben imponiéndose.
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