Ha sido curioso en el mundo
de la economía el caso del gato inversor que derrotó a profesionales de la
inversión. Fue una prueba realizada en Inglaterra. Un grupo de personas que
estudiaba finanzas o trabajaba en cosas de Bolsa se enfrentó a un felino de
nombre Orlando. Sucedió en el año 2012.
Al principio el grupo de
profesionales iba ganando al obtener más ganancias que el gato. Pero a medida
que pasaba el tiempo las tornas se cambiaron y al acabar el año era Orlando el
que había mejorado más sus rendimientos.
La forma de invertir del
minino tuvo que adaptarse a un procedimiento propio de su condición. Se le dio un
juguete que tenía la apariencia de un ratón. Orlando jugaba con dicho ratón
empujándolo. El juguete colisionaba con una barra donde estaban anotadas las
empresas que cotizaban en Bolsa.
Había casillas marcadas para
comprar una determinada empresa y otras para vender. Así que se anotaba en que
casilla metía Orlando al ratón y se procedía a comprar o vender ese valor según
procediera.
Cabe deducir que inicialmente los profesionales iban mejor ya que tenían estudios y práctica mientras que gatuno nunca lo había hecho pero después de unos meses se colocó por delante de ellos y les venció finalmente.
Total que los inversores
profesionales quedaron como la cagona, derrotados por el astuto gato. Esto pone
sobre la mesa la cuestión de lo poco racional que puede ser la Bolsa de
valores. Y también es de destacar lo listos que pueden ser los gatos.
Y ahora veamos un consejo o lema de actuación de nuestro astuto minino. Es su sistema para triunfar en el competitivo organigrama de la empresa:
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