Fueron varios los errores de Japón en su ataque al puerto militar de Pearl Harbor en la Isla Honolulú de las Hawai.
El primero de ellos fue decidir entrar en guerra con EE.UU., una potencia industrial con muchos recursos propios. Japón no tenía petróleo en su territorio y su capacidad de producir acero era diez veces menor que la norteamericana. Multitud de materias primas debían ser transportadas hacia Japón por vía marítima.
Los japoneses estaban exultantes por sus éxitos de invasión en Asia, donde sus ejércitos arrollaban todo lo que se ponía por delante. Pero no calibraron que abrir un nuevo frente en el Pacífico, donde el poder naval y aéreo es determinante, era otra cosa muy diferente a una invasión terrestre de un territorio.
Por otro lado, horas antes del ataque sabían que no había portaaviones norteamericanos en la zona y por tanto no podían ser atacados. Dos de ellos estaban en misiones de entrega de aviones en otras islas y de maniobras y un tercero, el Saratoga, averiado, navegaba hacia San Diego para reparar.
El Almirante Nagumo, que mandaba la flota de ataque debería haber paralizado la misión y esperar a mejor ocasión pero no tenía mucha iniciativa. Le habían ordenado atacar y atacó. Y centró los ataques en los grandes buques de guerra como acorazados y cruceros pero se olvidó de los objetivos estratégicos: la base de submarinos, los astilleros donde se reparaban los buques y los enormes depósitos de combustible.
El Almirante Jefe de la Flota Imperial, Yamamoto, supo después del fin del ataque que había sido un fracaso aunque la mayoría de los mandos lo consideraban un éxito. El Almirante Nimitz dijo que si hubieran hecho estallar los depósitos de combustible la Armada norteamericana no hubiera podido operar normalmente en dos años.
El Almirante Nagumo no quería arriesgar. Después de las dos oleadas, habían destruído varios grandes buques de guerra y casi doscientos aviones americanos. Pero había perdido 29 aviones, a pesar de la sorpresa. No quiso arriesgar ni una pieza más. Se imaginaba al Emperador contento al saber que la flota japonesa regresaba entera.
Por otro lado, horas antes del ataque sabían que no había portaaviones norteamericanos en la zona y por tanto no podían ser atacados. Dos de ellos estaban en misiones de entrega de aviones en otras islas y de maniobras y un tercero, el Saratoga, averiado, navegaba hacia San Diego para reparar.
El Almirante Nagumo, que mandaba la flota de ataque debería haber paralizado la misión y esperar a mejor ocasión pero no tenía mucha iniciativa. Le habían ordenado atacar y atacó. Y centró los ataques en los grandes buques de guerra como acorazados y cruceros pero se olvidó de los objetivos estratégicos: la base de submarinos, los astilleros donde se reparaban los buques y los enormes depósitos de combustible.
Yamamoto había sido Viceministro de Marina antes de ocuparse de la Flota Imperial de Japón. Era opuesto a emprender acciones que condujeran a entrar en guerra con los americanos. Había estudiado en EE.UU. y conocía su potencial industrial. Sabía que una guerra de más de dos años estaba perdida. Trazó el plan del ataque a Hawai inspirado en una novela leída en EE.UU. donde curiosamente trataba sobre un ataque japonés a Hawai que destruía la flota americana.
El Almirante Jefe de la Flota Imperial, Yamamoto, supo después del fin del ataque que había sido un fracaso aunque la mayoría de los mandos lo consideraban un éxito. El Almirante Nimitz dijo que si hubieran hecho estallar los depósitos de combustible la Armada norteamericana no hubiera podido operar normalmente en dos años.
El Almirante Nagumo no quería arriesgar. Después de las dos oleadas, habían destruído varios grandes buques de guerra y casi doscientos aviones americanos. Pero había perdido 29 aviones, a pesar de la sorpresa. No quiso arriesgar ni una pieza más. Se imaginaba al Emperador contento al saber que la flota japonesa regresaba entera.
El ataque a Pearl Harbor fue cobarde y por dos motivos. El primer motivo fue hacerlo por sorpresa y sin previa declaración de guerra con suficiente antelación.
El segundo motivo fue hacerlo sin arriesgar. El que regresara a su base la Flota Imperial intacta era uno de los objetivos. O sea, fueron, atacaron con dos oleadas de aviones lanzados desde los portaaviones y se largaron rápidamente por si acaso.
Hicieron un buen destrozo, hundiendo o inutilizando acorazados, cruceros y destructores pero los portaaviones norteamericanos no estaban allí y se salvaron. Y las enormes reservas de combustible almacenado por los norteamericanos en la isla quedó intacto. Era suficiente para alimentar dos años a la flota USA en el Pacífico.
Hubiera sido necesario una tercera oleada de aviones para destruir esos depósitos de combustible pero el Almirante que mandaba la Flota Imperial, al no saber donde estaban los portaaviones americanos decidió retirarse por si aparecían. Además, las pérdidas de aviones y pilotos en la segunda oleada ya había sido más grande que en la primera y cabía suponer que la tercera oleada sufriría aún más castigo.
Puestos a hacer la fechoría de atacar por sorpresa, debieron esperar a que los portaaviones norteamericanos estuvieran también en la zona desprevenidos y confiados.los japoneses fijaron la fecha del ataque sin saber realmente que fuerzas navales y aéreas se hallarían en la base americana.
Incluso sabían que los portaaviones no se encontraban en la zona de Pearl Harbour, que estaban haciendo otras misiones, pero confiaban que hubieran regresado para el día fijado para el ataque. Y si no era así, se contentaban con anular a los acorazados y cruceros. Los mandos japoneses consideraban que ese sería un golpe tal para los americanos que les llevaría a buscar una paz de compromiso.
Invadir las Islas Hawai fue desechado:
Puestos a hacer un ataque a traición por sorpresa lo lógico hubiera sido sacarle todo el provecho posible. Un capitán de navío del Estado Mayor del Almirante Yamamoto había presentado un plan para invadir las Islas Hawai considerando que si se producía un bombardeo contra el puerto, después ya no se podrían invadir pues los americanos las reforzarían mucho.
Las autoridades japonesas rechazaron este plan de invasión. Consideraron que una operación de ese volumen para ocupar unas islas que estaban a más de 6.000 km. del Japón estaba fuera de su alcance teniendo en cuenta que tenían enormes fuerzas militares ocupadas en la invasión asiática.
Las autoridades japonesas debieron plantearse que si por sorpresa no se consideraban capaces de invadir las Islas Hawai era como decir que nunca podrían. O sea, nunca podrían ganar una guerra contra los Estados Unidos porque dicha guerra no se podía ganar sin tener las Islas Hawai como base de buques y aviones para controlar el Pacífico.
Así pues, cabe considerar de absurda la decisión de atacar Pearl Harbour y provocar la guerra. Estaban abriendo un segundo frente contra un enemigo al que no pueden derrotar entre otras cosas porque está muy lejos. Si no eran capaces de invadir las Islas Hawai a ver como iban a invadir el territorio continental norteamericano, mucho más alejado e infinitamente más defendido.
La prueba de la limitación japonesa está en que meses después del comienzo de la guerra decidió invadir la isla de Midway. Envió una gran flota de invasión y acabó en desastre: perdió cuatro portaaviones y eso supuso prácticamente perder la guerra en el Pacífico. Se cumplió la advertencia del capitán de navío de Yamamoto: o se invadían por sorpresa las Islas Hawai o nunca se podría hacer y se perdería la guerra.
Incluso sabían que los portaaviones no se encontraban en la zona de Pearl Harbour, que estaban haciendo otras misiones, pero confiaban que hubieran regresado para el día fijado para el ataque. Y si no era así, se contentaban con anular a los acorazados y cruceros. Los mandos japoneses consideraban que ese sería un golpe tal para los americanos que les llevaría a buscar una paz de compromiso.
La aviación norteamericana fue masacrada por el bombardeo japonés. La sorpresa pilló a los aviones americanos en la pista y cuando uno era alcanzado las llamas se propagaban a otro y a otro.
Invadir las Islas Hawai fue desechado:
Puestos a hacer un ataque a traición por sorpresa lo lógico hubiera sido sacarle todo el provecho posible. Un capitán de navío del Estado Mayor del Almirante Yamamoto había presentado un plan para invadir las Islas Hawai considerando que si se producía un bombardeo contra el puerto, después ya no se podrían invadir pues los americanos las reforzarían mucho.
Las autoridades japonesas rechazaron este plan de invasión. Consideraron que una operación de ese volumen para ocupar unas islas que estaban a más de 6.000 km. del Japón estaba fuera de su alcance teniendo en cuenta que tenían enormes fuerzas militares ocupadas en la invasión asiática.
Las autoridades japonesas debieron plantearse que si por sorpresa no se consideraban capaces de invadir las Islas Hawai era como decir que nunca podrían. O sea, nunca podrían ganar una guerra contra los Estados Unidos porque dicha guerra no se podía ganar sin tener las Islas Hawai como base de buques y aviones para controlar el Pacífico.
Así pues, cabe considerar de absurda la decisión de atacar Pearl Harbour y provocar la guerra. Estaban abriendo un segundo frente contra un enemigo al que no pueden derrotar entre otras cosas porque está muy lejos. Si no eran capaces de invadir las Islas Hawai a ver como iban a invadir el territorio continental norteamericano, mucho más alejado e infinitamente más defendido.
La prueba de la limitación japonesa está en que meses después del comienzo de la guerra decidió invadir la isla de Midway. Envió una gran flota de invasión y acabó en desastre: perdió cuatro portaaviones y eso supuso prácticamente perder la guerra en el Pacífico. Se cumplió la advertencia del capitán de navío de Yamamoto: o se invadían por sorpresa las Islas Hawai o nunca se podría hacer y se perdería la guerra.
Fuchida, experto aviador naval, fue el que desde su carlinga lanzó el Tora, Tora, Tora! que avisaba a la Flota japonesa que la llegada había sido por sorpresa y se iba a lanzar el ataque. Después de la guerra fue a Estados Unidos e hizo una brillante labor de imagen pública llegando a ser admitido y famoso. Actuó como asesor en películas de guerra de Hollywood, siendo algunas de ellas muy importantes como la titulada Tora, Tora, Tora y la titulada La Batalla de Midway. Fuchida se las apañó para colar algunas de sus ideas que no concuerdan con la realidad histórica, entre ellas colando insinuaciones como que los americanos consintieron el ataque contra Hawai para justificar la entrada en la guerra, algo que es disparatado realmente. El ataque a Pearl Harbor no fue catastrófico para EE.UU. debido a los errores estratégicos japoneses como se explica en este artículo.
Falsa teoría de la conspiración:
Una teoría de la conspiración por parte americana tuvo cierto éxito desde ese trágico suceso. Esa teoría viene a decir que EE.UU. sabía con antelación que se iba a producir el ataque y que retiró los portaaviones, dejando hacer a los japoneses para así tener una justificación de entrar en guerra.
Eso es absurdo. Los portaaviones estaban haciendo misiones de rutina. Uno transportaba aviones para dejar en otra isla de las Hawai y otro estaba haciendo prácticas de vuelo con sus aviones, aviones por cierto más bien obsoletos.
De ninguna forma hubieran tenido los americanos al grueso de su flota en un puerto que era una ratonera si hubieran sabido antes del ataque. Si querían buscar una excusa para entrar en guerra podrían haberla provocado con un incidente menor, de poco costo. Perder acorazados, cruceros y destructores a propósito era un lujo que no se podían permitir. Estaba en juego la propia seguridad de Estados Unidos.
Además, los americanos no podían permitir sin más un ataque de consecuencias imprevistas. Los japoneses hicieron un gran daño, pero pudo ser aún mayor. Como ya dije, podrían haber destruido las enormes reservas de combustible, la base submarinos y los astilleros: eso sí que hubiera sido catastrófico. Y hasta podrían haber invadido la isla entera.
Porque la Flota Imperial que se dirigió contra Pearl Harbour era muy grande, pero podía haber sido mayor. Al menos otros tres grupos de ataque con sus portaaviones correspondientes se quedaron en puerto japonés y no intervinieron. ¿Y si además se hubiera añadido una fuerza terrestre embarcada para invadir la isla?. ¿Iba a correr ese riesgo USA sin hacer nada?.
En resumen, los americanos no podían jugar a dejarse atacar la base de Pearl Harbor porque las consecuencias de ese ataque eran imprevisibles. No fueron realmente fatales porque los japoneses cometieron errores estratégico de gran calado.
Por otra parte, si EE.UU. hubiera sabido lo del ataque, hubiera preparado a su aviación con base en Hawai y a sus portaaviones para actuar una vez comenzado el mismo. Y el daño que habrían podido producir a la Flota Combinada de Japón podría haber sido destructivo. De hecho ese era el continuo temor del Almirante Nagumo: que no hubiera sorpresa y machacaran la flota de ataque. El ataque japonés justificaba la entrada en la guerra de EE.UU. al margen de que los americanos estuvieran prevenidos o no.
En resumen, los americanos no podían jugar a dejarse atacar la base de Pearl Harbor porque las consecuencias de ese ataque eran imprevisibles. No fueron realmente fatales porque los japoneses cometieron errores estratégico de gran calado.
Por otra parte, si EE.UU. hubiera sabido lo del ataque, hubiera preparado a su aviación con base en Hawai y a sus portaaviones para actuar una vez comenzado el mismo. Y el daño que habrían podido producir a la Flota Combinada de Japón podría haber sido destructivo. De hecho ese era el continuo temor del Almirante Nagumo: que no hubiera sorpresa y machacaran la flota de ataque. El ataque japonés justificaba la entrada en la guerra de EE.UU. al margen de que los americanos estuvieran prevenidos o no.
Errores norteamericanos:
EE.UU. nunca creyó que Japón atacara. Los americanos habían solicitado a Japón que se retirara de los territorios asiáticos. Al negarse los japones, los americanos declararon la prohibición de exportación de su petróleo a Japón. Ahí fue cuando los mandos japoneses dieron el paso de decidir la agresión a Pearl Harbor.
A los americanos les parecía increíble que un país tan pequeño en tamaño sin recursos vitales propios pudiera hacerles la guerra. Era evidente que el territorio continental americano quedaba fuera del alcance de Japón: un inmenso océano Pacífico les separaba.
La idea americana es que estaba en un conflicto diplomático donde habría bloqueos navales, guerra económica y cosas similares.
Y los servicios de inteligencia de USA no funcionaron bien. Descodificaban muchos de los mensajes que los marinos japoneses intercambiaban pero aparte de que en ellos no se hablaba claramente de un ataque, no hubo coordinación en la evaluación del contenido de esos mensajes.
Lograban interceptar mejor los mensajes del servicio diplomático japonés, pero el Ministerio de Exteriores japonés no tenía información de que se iba a producir un ataque a Hawai. No podían mencionarlo en sus mensajes internos porque lo ignoraban.
Basta ver que en Hawai existían conflictos de competencia entre los mandos militares del Ejército y de la Marina. Se adoptó una solución salomónica consistente en que un día fueran los del Ejército quienes se hicieran cargo de la evaluación de los mensajes captados y al día siguiente fueran los de la Marina. O sea, de forma alterna. Y unos no compartían sus descubrimientos con los otros. En realidad tal proceder es una prueba de que no eran conscientes de hasta que punto los japoneses estaban dispuestos a ser agresivos.
La idea americana es que estaba en un conflicto diplomático donde habría bloqueos navales, guerra económica y cosas similares.
Y los servicios de inteligencia de USA no funcionaron bien. Descodificaban muchos de los mensajes que los marinos japoneses intercambiaban pero aparte de que en ellos no se hablaba claramente de un ataque, no hubo coordinación en la evaluación del contenido de esos mensajes.
Lograban interceptar mejor los mensajes del servicio diplomático japonés, pero el Ministerio de Exteriores japonés no tenía información de que se iba a producir un ataque a Hawai. No podían mencionarlo en sus mensajes internos porque lo ignoraban.
Basta ver que en Hawai existían conflictos de competencia entre los mandos militares del Ejército y de la Marina. Se adoptó una solución salomónica consistente en que un día fueran los del Ejército quienes se hicieran cargo de la evaluación de los mensajes captados y al día siguiente fueran los de la Marina. O sea, de forma alterna. Y unos no compartían sus descubrimientos con los otros. En realidad tal proceder es una prueba de que no eran conscientes de hasta que punto los japoneses estaban dispuestos a ser agresivos.
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