El dinero publico no es de nadie

La coletilla de que el dinero público no es de nadie es algo que bulle en la mente de muchas personas y lo que es peor, en la de muchos políticos. La verdad es que cuando uno maneja dinero que no le pertenece, no lo usa con el mismo cuidado que si fuera suyo. Eso ya lo planteó en su día Adam Smith, llamando la atención sobre los directivos de las grandes empresas constituídas como sociedades anónimas, donde los dueños son los accionistas. En esas empresas, los que manejan la pasta y toman decisiones son los directivos y siempre hay más propensión a la negligencia o al dispendio que si las empresas son de un particular. A nivel político es aún peor, puesto que muchos políticos usan el dinero público en actividades de compra votos.  

Una ministra del Gobierno socialista de ZP dijo en voz alta lo que muchos piensan: que el dinero público no es de nadie. Y bajo el prisma de que no es de nadie, se dilapida y derrocha.

RIESGO MORAL DE EUROBONOS:

Esta problemática suele conocerse también como riesgo moral. El político que gana unas elecciones decide lo que se hace con el dinero público. Los ciudadanos están expuestos a que lo malgaste de mala manera o de forma inadecuada porque el político no sufre las consecuencias de sus errores o incompetencia más allá de que pierda las elecciones. En el caso del Euro, cuando se plantea la creación de Eurobonos, es decir, deuda emitida en comandita por todos los países de la zona euro, siempre surge la cuestión del riesgo moral. Los países más incompetentes tendrían menos incentivo para esforzarse y corregirse si aumentan sus posibilidades de endeudarse bajo las garantías de otros países más competentes.

RIESGO MORAL DE HISPABONOS

Lo mismo se suscita ante las propuestas que han hecho algunos en España de la emisión de  Hispanobonos. Serían bonos de deuda pública autonómica con garantía del Estado. Ello podría conllevar el riesgo moral de que las Autonomías más derrochonas siguieran malgastando a costa de la garantía que las más eficaces o austeras ofrecen al conjunto. Se daría el caso de que una Autonomía que se apretara el cinturón estuviera financiando a los gastos en inmersiones lingüísticas de la Autonomía catalana, o de la vasca, o de la gallega, etc… Podría suceder que una Autonomía sin gastos en “embajadas” estuviera financiando los gastos de las Autonomías como la catalana, vasca, valenciana, etc, que tienen montones de pseudo embajadas en el extranjero. Y al final, además, la deuda pública del Reino de España aumentaría y se crearía más desconfianza hacia ella, al ver que se financia a Autonomías ya de por sí excesivamente endeudadas.

MIENTRAS TANTO

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