La historia de la multa
por mear en público y el policía necio sucedió en Oklahoma, en Estados Unidos.
Todo empezó cuando el hijo de tres años de edad de la señora Warden se puso a
mear en el jardin de la casa familiar. Un policía que estaba en la acera, al
otro lado del seto del jardín, lo vió y ni corto ni perezoso se puso a aplicar
la ley local que multa el mear en público. El policía llamó a la madre y sacó
el talón de multas: la broma era de dos mil quinientos dólares.
La madre adujo que el niño
sólo tenía tres años y que además estaba meando en el jardin de la casa, que
eso no era un lugar público. Pero el policía erre que erre extendió la multa.
La mujer fue a reclamar ante la sede policial considerando que era un abuso y
una multa excesiva. Pero no le hicieron caso y la multa siguió su curso.
Así que la mujer fue con
la multa a los tribunales para denunciar al departamento de policía. Entonces
saltó a los medios la noticia y la jefatura de policía salió al paso
disculpándose por el exceso de celo del agente que puso la multa y pidiendo
disculpas por las molestias causadas entendiendo que efectivamente la multa no
era procedente.
Me parece que algunas
ciudades se exceden en su celo por evitar que la gente o los animales hagan sus
necesidades en lugares públicos. Los seres vivos no son robots y no siempre
pueden controlar sus necesidades fisiológicas. Una cosa es fomentar el civismo
e incluso penalizar los abusos y otra pretender que a alguien le reviente la
vejiga si tiene una necesidad imperiosa de mear: si no tiene un servicio a mano
tendrá que evacuar aunque sea en un lugar público.
INDIA: BRIGADAS DE
TAMBORES
Hay países donde mear y
defecar en la calle forma parte de sus hábitos. Sucede en muchas ciudades de la
India. En Rajasthan, en la zona noroeste hindú, en 2012, las autoridades han
tomado la decisión de formar brigadas dotadas de silbatos y tambores para
hacerlos sonar cuando pillen a alguien haciendo sus necesidades en la calle.
Los hindúes mean, cagan y
escupen en las calles con la mayor naturalidad. La mitad de la población no
tiene servicios en casa aunque en esa ciudad de Rajasthan lo tienen el 80%. Y
el Ayuntamiento subvenciona la instalación a los que aún no lo tienen. Pero
muchos de los que tienen aseos en su domicilio siguen haciendo sus necesidades
en la calle porque forma parte de sus costumbres.
CONCLUSIÓN:
Es evidente que una ciudad
moderna no puede estar llena de restos de orines y de cagadas por todas partes.
Pero multar con dos mil quinientos dólares por mear en público parece algo
excesivo y abusivo. Una cosa es que un grupo de gente haga un botellón en la
calle y después se dedique a mear y cagar por los alrededores y otra es que una
persona tenga una necesidad irremediable y tenga que recurrir a evacuar donde
buenamente pueda.
Aparte de que el caso
descrito del niño multado por mear en su jardin sólo fue un acto de prepotencia
de un estúpido.
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3 comentarios :
Se hacen leyes estupidas. En occidente no creo que a nadie le guste hacer sus necesidades en público o en la calle, si las hace es por culpa de los gobernantes que no disponen de lavabos públicos...mas que nada por no limpiarlos o mejor dicho tener que pagar por limpiarlos, es un sueldo que se ahorran y se pueden repartir entre sus muchas ganancias.
Siempre se la cargan los mismos..
Los hindúes..será su cultura pero es de un guarro subido, así olerán...
Por desgracia en todos los colectivos hay individuos como ese agente.
Sobre los excrementos en la vía publica es otra historia, hay días que hay que ir dando saltitos por las aceras, claro que los guarros no son los animales, son sus dueños.
Un saludo.
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