El
caso del enigma del Ferrari desaparecido en 1974 en la ciudad de Los
Angeles (USA) es realmente curioso. Tiene algo de película
policíaca. En 1978 fue encontrado entero y enterrado en un terreno
en 1978, en lo que era el jardín de una casa.
Todo
empezó cuando Rosendo, un hombre dedicado a la fontanería decidió
impresionar a su esposa y a sus vecinos con motivo de la fecha del aniversario de
boda y compró un Ferrari Dino 246 nuevo de paquete.
Cuando
acabaron de cenar en un restaurante festejando su aniversario de
matrimonio salieron a la calle y descubrieron que su flamante
deportivo de lujo había desaparecido.
Fueron
a denunciarlo pero la policía no encontró pistas de donde podía
estar el vehículo ni quien podrían haberlo robado. Pasaron los
meses y finalmente el seguro del coche abonó el importe del mismo y
el Ferrari cayó en el olvido.
Cuatro
años más tarde unos niños jugaban en un jardín y vieron que
asomaba algo como un plástico del suelo.Tiraron de él y escarbaron
a ver que era y según cavaban iba asomando el techo de un cochazo.
Los padres de los muchachos, al observar que allí enterrado estaba
un vehículo avisaron a la policía.
Los
agentes averiguaron por el número de chasis del coche que se trataba
del Ferrari Dino denunciado como robado por Rosendo cuatro años
antes. Pero la pregunta era que cómo alguien robaba un vehículo de
lujo para sepultarlo en tierra.
Una
posibilidad es que los ladrones hubieran cometido algún delito
usando el vehículo y después decidieran ocultarlo bajo tierra para
borrar toda pista. Pero en tales casos suelen incendiarlo y
abandonarlo o lanzarlo a un lago o al mar y no tomarse tanta molestia
como cavar en el suelo para meter dentro un coche. Veamos una foto de como estaba el Ferrari en el hoyo:
Se
resuelve el caso
La
policía abrió una investigación profunda del tema ya que había
saltado a la prensa y tuvo mucha repercusión con todo tipo de
teorías. Finalmente dieron con la solución. Entre otras cosas por
los interrogatorios a Rosendo que acabó cantando lo que había
sucedido.
Rosendo
había querido presumir e impresionar a su esposa y vecinos y pidió
un crédito con el que compró el caro deportivo. Pero una vez que el
Ferrari estaba en el garaje y el vacile ya se había producido ante
su mujer y vecindario nuestro hombre empezó a darse cuenta del
esfuerzo que le supondría tener que
devolver aquél préstamo.
Decidió
que lo mejor era hacer desaparecer el vehículo simulando un robo y
cobrar el dinero del seguro saldando con él la deuda. Convenció a
dos amigos para que se llevaran el vehículo y lo hicieran
desaparecer. Ellos discurrieron lo de enterrarlo en un terreno en
obras. No contaban con que cuatro años después aquél terreno sería
un jardín donde jugaban niños curiosos.
El
Ferrari estaba deteriorado por su almacenamiento en esas condiciones.
Fue entregado al seguro que a su vez lo vendió a un restaurador de
coches emblemáticos que lo puso a punto y en circulación.
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